RETRATO DE UNA CIUDAD CON POESÍA
Rodolfo Häsler
Barcelona es una ciudad bilingüe y eso en sí mismo no es ni bueno ni malo. Mucho ha dado que hablar que este hecho sea como es, y pese a quien le pese, lo cierto es que en la ciudad el uso del catalán y del español se da con total naturalidad. La convivencia es tan profunda y natural que en una reunión, y eso lo puede comprobar cualquiera que venga a la ciudad y se relacione y no se deje asustar por la situación - que muchos hay que se van asustados, notará cómo se cruzan las dos lenguas, cómo se empieza una conversación en una y se acaba en otra, se emplean las dos lenguas como medio de comprensión de la forma más impura y sensual (sensorial) posible. Y lo mismo puede decirse al referirse al terreno de la literatura, espacio en el que es fácil constatar una actividad y una fuerza verdaderamente sorprendentes. ¿Quizá por ese combinatoria?
A grandes rasgos la vida literaria en Barcelona se corresponde con lo arriba expuesto, pero como no todo el monte es orégano, hay sectores en uno y otro medio lingüístico que desearían que esa sabia convivencia no fuese así, incluso hacen de vez en cuando su espectáculo, y por supuesto llega a los medios, y se trata de torpedear una convivencia de siglos, pero no deja de ser - ambos casos - resultado de concepciones unitarias y excluyentes que ni interesan, ni llegan a perturbar nada, ni logran sus objetivos.
Este fenómeno, por otra parte, no es único de Barcelona. Por lo menos en Europa hay varias ciudades en las que conviven dos y tres lenguas, y desde luego, tal como se conforma el continente y lo rápido que cambia su población, no serán ni dos ni tres las lenguas que se usarán en el futuro, serán muchas más, lejanas, aparentemente sin una razón histórica, pero si se mira bien, con calma y sosiego, empezamos a descubrir ligámenes, conexiones, razones de peso: ¿no salían del puerto barcos hacia Filipinas, hacia Guinea, hacia India, a todo el norte de Africa? Si antes el Dorado fue América ahora parece que es Europa.
De lo que me atrevo a hablar, por mi experiencia y por mi actitud, ya que la poesía es el terreno que conozco mejor y por ello me atrevo a dar unas pinceladas. La poesía y Barcelona: una ligazón histórica, ¡desde Boscán y la llegada del itálico modo a España! Barcelona ha sido desde tiempos inmemoriales una ciudad ligada a la edición, ya en El Quijote sale esa anécdota. Y así sigue siendo. Es una relación de amor que dura y perdura, y que pese a odas fáciles - en ambas lenguas - y alguna que otra entrega al carro que más tira, tiene en la ciudad una especial originalidad.
La poesía en lengua catalana, desde su Renacimiento a fines del XIX, tiene la originalidad y el atractivo de tantas y tantas culturas minoritarias, que por supuesto no quiere para nada decir menores. Y una conexión con un pasado glorioso, desde la baja edad media, o la mística de Llull o volviendo al XIX Verdaguer y otros, lo que le proporcionan una tradición, como ha de ser para poderse sustentar, y una conexión con la modernidad debida a ese momento de florecimiento que crece paralelo a las nuevas búsquedas y rupturas europeas. En lengua española el caso sería muy parecido. Y muy a menudo, y tendría que analizarse más este detalle, comparten propuestas pues se nutren del mismo Zeitgeist, del mismo ambiente, de una misma inquietud que flota en Barcelona y que la ha hecho y la hace una ciudad ávida de novedad.
Y ese es el tema que más me interesa: dos lenguas, dos poéticas, dos tradiciones, cada una mirando a su peculiar historia, la catalana que conecta por origen y por obligación filológica con el mundo de los trovadores, con Francia, con Italia. La otra que viene desde las cantigas, el zéjel, el Arcipreste de Hita, la Celestina, el barroco, el modernismo de Darío, el 27 y desde luego América, esa fuente de la que sí debiera mirarse y beber más.
En Barcelona todo, por distante que parezca, se acaba uniendo y se tocándose, se intercambia y se acaricia, juegan y se separan, se prestan temas y se avecinan, se acercan y se distancian, como ha sido siempre en cualquier relación de convivencia. Uno y otra creación poética se nutren de un espíritu muy barcelonés, bonvivant, distante y descreído, escéptico y emocional.
La manera más interesante de vivir una ciudad bilingüe es dejarse impregnar por sus acentos, por aquellas palabras que van de una lengua a otra y la precisan: es siempre la puerta de salida para mundos nuevos, situaciones sorprendentes que pueden incluir también la incomunicación - ¿por qué no? - y la rabia, la insatisfacción y el deseo, el poder ser otro, el escapar, el estar en varios lugares a la vez.
El poeta barcelonés de lengua catalana Manuel Forcano dice en su libro El tren de Bagdad:
"Celebres content aquells records,
i et dius en veu alta: ja no cal mé
envejar el passat del altres."
Y el poeta de expresión española Juan Eduardo Cirlot dice:
"Atraído por el lugar y el olvido he llegado a Vallcarca,
bajando una escalera quebrada, con barandilla de hierro húmedo,
pisando blancas losas y pasando junto a desventuradas puertas
y quemadas ventanas."
La interrelación de ambas creaciones en Barcelona es compleja y a veces hasta distante, difícil por momentos dependiendo también de los altibajos neuróticos de la política, pero ya dependiendo de las personas, de cada cual, y si el contacto se establece y se cultiva, el resultado es que dos mundos representan siempre más que uno solo. La convivencia es siempre enriquecedora, rompe ensimismamientos y pone a prueba todo el tiempo la capacidad de aguante, de aceptar al otro, de verse en el lugar del otro. Y para un poeta puede ser de las sensaciones y experiencias más enriquecedoras. ¿quién dijo que lo fácil sea lo más atractivo?
Barcelona, octubre de 2009
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