CAROL
STETSER
Carlos
M. Luis
Años
atrás cuando me encontraba acumulando datos sobre la poesía
visual, me encontré en el Internet con la obra de Carol Stetser.
La primera impresión que me causó su obra, impresión que conservo
aún, era la de alguien que transgredía los cánones de la llamada
poesía visual. Es decir, que Carol Stetser pertenecía, más
bien, a la corriente heterodoxa de esa forma de
expresión que tanto auge ha tenido últimamente en diversos
países. Como siempre he creído que el verdadero creador es,
en el fondo un hereje, la obra de esta artista me tomó favorablemente
de sorpresa. No voy, pues, a discutir las premisas que definen
lo que es o lo que no es la llamada poesía visual. En su lugar
prefiero llamar la atención sobre lo que sí creo que constituye
el aporte de Carol Stetser a la poesía en general y a la poesía
visual en particular.
En
la antología "viso-textual" titulada "Writing to be seen"
(1) compilada por los poetas Bob Grumman y Crag Hill, Carol
Stetser aparece a la cabeza de la misma. Su obra allí representada
cubre un período de tiempo que va desde 1988 hasta 1992 donde
se recogen una serie de manifestaciones emparentadas con antiguas
culturas como las indoamericanas, hasta emblemas y cartografías
del Renacimiento. En la introducción que escribe para la antolo-
gía, nuestra autora confiesa que la poesía visual le resultó
ininteligible en los primeros comienzos hasta que, al fin,
las pictografías que encontró en el desierto de Movahe (Arizona)
donde ella habita, le dió la
clave de lo que esa poesía significa para ella. Buen comienzo,
entonces, el de Carol: el de ver a través de la proliferación
de símbolos de los indios Pueblos, un lenguaje con potencial
poético, un lenguaje mudo como el de los alquimistas que no
necesitaban de palabras para trasmitir sus secretos. Poco
después de ese primer encuentro tomó contacto con las caligrafías
de Turquía y el Irán las cuales le añadieron a su lenguaje
incipiente una potencialidad enunciadora
que trascendía las limitaciones del lenguaje escrito. Carol
se puso, por lo tanto, en contacto con una serie de símbolos
que utilizados por ella como collages se convirtieron en una
nueva expresión que llamó hierogramas.
De
ahí en adelante solo le bastaba continuar sus pasos en búsqueda
de otras fuentes que enriquecieran su expresión y éstas las
encontró en el magnífico mundo
visual del Renacimiento. Las obras de los arquitectos de ese
período le brindó la oportunidad de ponerse en contacto con
la perspectiva que abunda en toda la obra plástica renacentista.
Y fue así cómo empleando la técnica del collage, superpuso
todo un sistema de signos arcaicos a esas construcciones,
creando un encuentro sorpresivo entre diversas culturas. A
esa etapa le siguió otra, en mi opinión de las más ricas de
su obra: Las meditaciones comográficas donde aparece una nueva
geografía poética llena de símbolos novedosos pero también
de señales que
parecen guiar al lector a regiones incógnitas como las soñadas
por los primeros navegantes que se aventuraron a explorar
los mares desconocidos. Me parece que esos mapas son como
metáforas de lo que, en el fondo, debe ser la poesía: la que
encuentra con la ayuda de mapas inventados regiones hasta
entonces no existentes. En el caso de Carol Stetser sus mapas
poseen una referencia posible a los petroglíficos en- contrados
en Boise, en el estado de Idaho en pleno territorio de los
indios Shoshone, los cuales se suponen que representan un
mapa del Snake River donde se celebraban ceremonias religiosas.
Por otra parte Aldo Wolfi el famoso pintor esquizofrénico
que Prinzhorn y los surrealistas descubrieran, también creó
su geografía poética partiendo de sus alucinaciones. Todos
estos artistas se convierten entonces, en los grandes cartógrafos
de la imaginación.
La
última obra de Carol Stetser, las que tengo a la mano,
reproduce esos diseños que encontramos en las aceras o en las
calles mal pavimentadas. Son como manchas que nos transmiten
unos secretos, como los que Leonardo decía encontrar en las
manchas en la pared. Esas manchas dibujadas por el azar
constituyen, sin duda, una maravillosa experiencia poética
para aquel que las sepa ver. Carol Stetser es una artista que
durante su extenso recorrido por los espacios que le ofrecen
oportunidades de sorpresas, ha tenido esa capacidad de ver.
(1)
Runaway Spoon
Press and Store Publications, 2001.
*
Carlos M. Luis, poeta cubano, reside hoje nos EUA,
onde publicou, entre outros títulos, Palimpsests for Beckett
& Walls for Finnegans (2004).
*
Veja
também poemas visuais de Carlos M. Luis
e de Carol
Stetser.
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