KOZER,
CON UN MITO POR EXPLICAR
Lorenzo García Vega
Por e-mail le pregunto, al poeta Kozer, por la razón
del título del texto suyo que me propongo reseñar. Y también,
por email, Kozer inmediatamente me responde: ``Con
gusto. El título, Ogino mato, proviene de una canción
japonesa, que amo: se canta con voz carrasposa, zarrapastrosa,
y empleando la biwa, instrumento tradicional japonés que
equivale a un laúd. Creo haber titulado el libro como lo
titulo por dos motivos: a) hacer una boutade, una
pillería, dándole un título japonés, es decir, para el lector
en lengua española desconcertante y, b) más importante que lo
anterior; la canción de marras implica un abanico abriéndose
y sirviendo de blanco o diana a una saeta que vuela en su
dirección. Aparte de la hermosura dela imagen, considero que
la saeta es el poema en su búsqueda de mayor interioridad, de
blanco o diana ciertos, y lo cierto tiene que ver con la
frugalidad zen, con el descarne del cuerpo, de la vida que
transcurre, de la plegaria que sube hacia el Innombrable
sabiendo que no sabe nada ni nada va a saber. A ver: dar en
un blanco equis y siendo saeta hacer brotar sangre, pues
linfa, savia, intestinalidad(interioridad): las salpicaduras,
interalias, conforman el poema''.
Una espléndida aclaración, sin duda.
Y para mejor introducir al lector en esta reseña, también le
ofrezco las palabras que LuisJorge Bonnenos ha dicho sobre el
texto de Kozer: ''Es posible definir aOgino mato como
un poemario ``desoriental'' (el término es de Julián
Herbert), donde lo sagrado queda reducido a una mosca
atrapada en el tejido del depredador, y es descubierta
--entre risas grabadas-- como sólo eso: el zumbido de un vuelo
que busca distraernos del mundo''. Un poeta, entonces, con un
poema ''desoriental'', pero como este poeta, Kozer, además, se
ha convertido en un mito, me decido, de nuevo, a acudir al
emailpara preguntarle al crítico, Jorge LuisArcos, sobre
el alcance de este mito-Kozeren una isla (¡y qué isla!). Y,
también inmediatamente, el crítico me responde con otro
email: ''Desde la isla Kozeres un triunfador: se fue de
Cuba un muchacho de la Víbora a los veinte años, se escapó
entonces, vivió en Nueva York(para un joven poeta cubano que
vive en Alamar, por ejemplo, Juan Carlos Flores, eso es como
antes París para Casal), ahora vive en Miami, tu Playa Albina
y todos los días escribe un poema, como la baba que secreta
el caracol, un rastro, una defecación incesante de un poeta
judío (otro exotismo para un cubano), de padre judío polaco y
madre judía checa askenasis(es el colmo del exotismo, la
Moscovia cubana), que traduce del inglés poemas japoneses
(regresa Casal), que escribe poemas zen, que publica libro
tras libro, vive como poeta (otro colmo para la mitología
cubana), casi un Borges insular, pues después del Dios
Lezama, qué mejor fuga que encontrar otra mitología Kozer''.
Y aquí, después de esta introducción para presentar a Kozer,
entramos en su Ogiy vemos que ahí se está dándole
vueltas a lo inaudito para, entre otras cosas, ''alcanzar una
intermedia medida de disolución'' donde hasta hay un ritual
de la enajenación: (Una práctica sistemática dividida en
tres momentos: gota / de agua la clepsidra; / insecto en su
actividad iridiscente; / preparación punto por punto en /
estado de atención del almuerzo) O sea, ritual,
''reversos que ululan'', que se adentra en la poesía (Y
recordemos lo dicho por Kozeren una entrevista: ``En mi
poesía hay un eco de ecos: una palabra me tienta y se me
vuelve natural. La palabra es para mí un boomerang: va
y viene por registros disímiles, prolifera, se lateraliza
constantemente, suscita el movimiento de hormigueos, segrega
una telaraña'').
Kozer, pues, brincotea, tiene un boomerang , ''va y
viene''.
Y en este Ogino mato sigue haciéndolo así.
Lo sigue haciendo así y, además, en este libro Kozernos trae
sus monjes, su zen, su orientalismo, pero para el reseñador
estos monjes, y este orientalismo, le resultan
demasiadoextraños como para poder registrarlos.
Lorenzo, el reseñador, confiesa que por no ser un crítico, ni
tampoco un profesor, sino sólo aquel que, desde hace sesenta
años, es un lector de poesía, sólo puede hablar de aquel tipo
de expresión con el cual se siente identificado.
Es una limitación, lo confieso, pero una limitación que por
ser yo sólo un viejo lector de poesía, no puedo superar.
Así que esto tengo que hacerlo constar, ya que con respecto a
Kozer, no sólo me siento demasiado lejano de expresiones como
por ejemplo, Secuencia, el espléndido poema donde Kozersigue
certeramente las peripecias, posturas, de un monje, sino
también del espléndido neo-barroco en que su expresión se
sitúa.
Vuelvo, entonces, a confesar que yo, el viejo lector lejano a
lo neo-barroco, sólo puede situarse ante expresiones más
ceñidas, más cubistas diríamos, por lo que lejos del derrame
barroco sólo me siento a gusto en lo en lo ceñido del poema en
prosa, pero esto no me imposibilita el saborear, en este
Ogino mato, la magnífica manera verbal conque el poeta
Kozersabe expresar su sentir lo activo del azogue.
¡Qué bien está Kozer frente a esa actividad! Decía el
Cobarrubiasque ``Los que andan en las minas del azogue viven
muy poco; porque como es muy penetrante se les entra hasta
los huesos''.
Pero Kozersí puede estar con el azogue. Kozer se vuelve, con
el azogue, una jiribilla.
Pues con el azogue, Kozer despliega un como rito-ballet
antiquísimo, y es lindísimoeso.
O, desde el azogue, Kozer alcanza la percepción de un reguero
de formas de existencias, y esto, increíblemente, desde una
inmovilidad, desde un estar repantigado.
Pero, para terminar, digo que quizás este Ogino mato
no es, para mí, el texto más apropiado para hacer resaltar lo
que yo siento como mayores calidades de Kozer.
Pero es que yo he querido más que nada, con esta reseña,
hacer constar mi admiración e irrespeto (sic) por la labor
poética llevada a cabo por José Kozer.
Desde la década del 70, Kozery yo corrimos por vías
distintas. Estuvimos en Nueva York, pero no nos pudimos
encontrar. Ahora comprendo que no nos encontramos porque no
podíamos encontrarnos, y que no nos entendimos porque, entre
otras cosas, había muchas razones que nos separaban.
Pero ahora, en una Playa Albina, y en mi caso dentro de una
perspectiva octogenaria, me alegra poder entender el mito de
Kozery de saber lo muy justificada que puede ser su furiosa
vocación de irrespetuoso poeta hebreo que bien lleva su
propósito de llegar a escribir más de siete mil poemas.
Antes, repito, no lo hubiera entendido.
Ojaláque en otra ocasión, pudiera extenderme sobre esto. Pero
dejémoslo así, por ahora, ya que aunque esto que acabo de
escribir es un artículo muy sencillo, no puedo dejar de
asegurarle al lector que el esfuerzo de decir lo que no he
llegado a decir, ha agotado nada menos que mi
''bobinokandelmarch'' (es decir, según Relatos de Belcebú
a su nieto, la fuente de las asociaciones y de las emociones
que se encuentran en el cerebro), y esto al igual que dijo
sucederle al surrealista francés Jacques Lacarriére(''El
irrespeto es el comienzo de la sabiduría'', citó certeramente
este buen francés, gnóstico si los hubo) cuando se enfrentó,
intelectualmente, a ese tremendo hombre, también del azogue,
que fue Gurdjieff.
(Publicado originalmente em El Nuevo Herald)
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