ZUNÁI - Revista de poesia & debates

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LUCAS SOARES

 

 

 

 

De El sueño de las puertas

 

El pulimentado vidrio de este sueño estrellado por gotas de lluvia que compiten por ver cuál de ellas cae primero.

 

 

Cimiento de nubes. Tus ojos cayeron y rodaron hasta posarse cómodamente en los pliegues de este cimiento. Allí, quizás, lograron escrutar la trastienda de este cielo y su fábrica de lluvias.

 

 

Desierto arrasado por la sed colectiva de una espera que de una vez por todas haga caer algo que arraigue definitivamente en esta arena indistinta justo ahora que soy atravesada por las cuchillas de agua de una lluvia torrencial y la tempestad me remonta sobre su caballo de viento y lluvia por entre los árboles y sus ramas resecas hasta caer y estrellarme en el piso sin ningún tipo de estremecimiento corporal desmayándome en el preciso instante en que comenzó este derrotero al ser arrastrada de cuajo por el viento tempestuoso hacia el umbral de las conquistas desiertas y efímeras de este sueño caído y arrastrado como una hoja en pleno otoño.

 

 

Traspasada la primera puerta, hay que traspasar una tras otra las sucesivas puertas de este sueño dilatado y poblado de rostros que van intercambiándose entre los diferentes cuerpos. El color, como podrás ver, perdió para siempre su batalla contra el blanco y negro. El dolor se clava en el cuerpo como el ancla que se arroja desde un barco para estancarse por un tiempo. Eso sí: no hay cesura. Solamente la vertiginosa sucesión de una fuente que llena de signos una jarra vacía. Jarra que más tarde, al estrellarse en el piso, desparrama vidrios signados que oscurecen un mundo volcado.

 

 

Un movimiento que indaga las razones de una quietud. Una mancha esparcida por el cuerpo y/o una sombra entrecortada por la luz. ¿Luz de sombra? (Eso es no decir nada.) Mejor hablar de una quietud que indaga las razones de un movimiento.

 

 

El mecánico ensamble de los días y las noches. Memoria: montaje y desmontaje de elementos. Transfiguración de lo vivido. Lluvia que ayuda a olvidar. Lluvia que se confunde con la inminencia de una interrupción. La débil lluvia de tus días y tus noches, de tu memoria y de tu deseo. Lluvia soñada que remoja esas tramas. Hilos de agua. Hilos de sentido que se escurren raudamente por las grietas de tu sueño.

 

 

Variables tonalidades del deseo: cielo velado por nubes grisáceas. La infructuosa existencia de esta ola de mar: un espejo que no devuelve reflejo. Ahora dos perros que se reconocen idénticos se lamen y se huelen al mismo tiempo en diferentes partes del mundo. La muerte de esta imagen que nunca deviene recuerdo. La pieza sobrante de un próximo sueño.

 

 

Ganado muerto: mapa de la desolación. Una escalera de cuerno y marfil para bajar y subir por aquel sueño: ganado y muerto.

 

 

Como si de repente trajeras a la memoria aquel recuerdo que alguna vez rodó por tus ojos en forma de lágrima. Lágrima que dejaba entrever por dentro detalles de figuras primorosamente labradas en blanco y nítido marfil. Como si aún hoy continuaras labrando aquella imagen en el marfil de tu lágrima.

 

 

 

 

 

 

De Mudanza

 

 

a correr 

por la orilla del mar

los ojos cerrados

mi cara cortando el viento en dos

encrespados pensamientos

mojándome los pies

olas que estiran su vida hasta donde pueden

a ver cuál de todas

pienso

llega más lejos en la orilla

el ritmo del oleaje

confundiéndose con el del cuerpo

y los pensamientos

el sol reverbera en la espuma

secando lentamente

la arena mojada

que deja el pensamiento

en su reflujo

como el negativo

de esa fotografía que fuimos

quemándose de a poco

 

 

*

 

 

recorro

cada nuevo departamento 

el almanaque que nos asusta

y no nos deja dormir 

en una de las aletas

del ventilador

dos alguaciles copulan 

en una posición

parecida a la 69

en un rincón del techo

de una habitación

todavía sin pintar   

telarañas enredan

moscas muertas

como muebles que crecen

y envejecen con uno

 

 

*

 

la inocultable

soledad de ese anfitrión

en cada nueva

mudanza

el día de mi cumpleaños

en que me explicaste

que separarse

era como despertar

recién mudado

 

 

*

 

 

un clavo

para colgar

otro cuadro en la pared

todo lo que va a pasar

pienso

antes de que vuelva

a descolgarlo

al mudarme

los clavos siempre se me tuercen 

al golpearlos

por primera vez 

otro cuadro

mal colgado

de la infancia

 

 

*


Lucas Soares nasceu em Buenos Aires, em 1974. Doutor em Filosofia e docente na Faculdade de Filosofia e Letras (UBA) e no Centro Cultural Ricardo Rojas. Publicou Anaximandro y la tragedia (2002) e diversos artigos sobre o vínculo entre poesia e filosofia. Em poesia: El río ebrio (2005) e El sueño de las puertas (2007).

*

 

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