PATRICIO GRINBERG
HUYE
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todo el día los anteojos de sol
alerta
una foto con sonrisa y la cara puesta en nada, era el sentido de una situación, la historia visible del sentido, muy como parte, medio, marcado en los anteojos de sol, el argumento en esa forma corta de principio
descifrando continuidades, inclinaciones fijas, verla en la cama desde la cama o afuera, su pequeño desprecio, ver todo el tiempo ese gesto suyo de pasar, de mucho sueño
para medir lo que falta
medirse acostado junto a ella
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la espalda expuesta o la impresión de su voz dormida
después, incluso antes
despistando la suerte que descubre
la estructura irregular de una conversación interminable
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sobre un principio de intimidad
verla mantenerse aparte
una fracción
casi extrañamente límite, un modo evasivo, el seguimiento pálido de la intención, su llegar, exportarse, siempre a conciencia, cada cambio de canal, abrir la heladera, primero su cara o la emergencia desalineada del contorno de la voz, y partes después de pensar, cargado pensar porque sí
que ya ni siquiera podía
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como si traspasara el día y se quedase, al borde del nombre propio, un ejemplo, entre su nombre y cualquier forma de sí, justo en su desfase
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lastimar
la inteligencia de una imagen cualquiera
arena lisa en retroceso, prueba de un estado de accidente, dejado el sentido a decir, puesto como ejemplo ahí donde se pierde
la parte más lenta del día
esa superficie de gestos donde queda
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soluciones que no sigue
sólo reponer
cortes, gestos donde filtra, el recorrido que marca su cara según imperceptibles variaciones de luz, sol sin nada que hacer, en esa foto, un gesto de incomodidad o aburrimiento devuelto a la memoria dormida de la diez de la mañana
su forma de sentarse inclinada hacia delante
la mirada que desvía, muchas veces porque si, lo muy malo del intento que no quiere, poco más que todo el paisaje restado
no una historia
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un lugar, como la falta de sonido, como si dijera el sonido en una especie de falta
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verla mantenerse aparte
como en la primera foto de la playa, el hablar demasiado que a veces consigue o la risa que siempre al final agrega, el ritmo vertical del tiempo que tardó, la risa casi fija, su trastorno a cielo inmenso, azul cerrando el aire a punto de caerse
perturbadoramente bajo cuando se ríe
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con la seguridad de lo que se hace todos los días
oler
cuando duerme la mezcla, lo húmedo dispuesto a lugar, cerrado en una forma que no admite predicado, la reacción al olor sin ninguna frase de desvío, uno frente a sí, hablando por hablar
mientras intenta decidir con el olfato
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como si dijera hay poco tiempo, puedo también ocupar el tiempo, puedo decir es así, exactamente así, es una voz que imita otra voz, una voz que por reflejo responde, es un punto en la historia de una voz, una historia de cómo era todo
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Patricio Grinberg nasceu em Buenos Aires, 1970. Publicou La jabalina (2002). Inéditos: Agua (1998) e Saga Manila (2007, trilogia).
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