Amable lector, no se confíe
En la octava línea de este texto
una paloma está agonizando,
pero usted puede no mirarla
Aguarde mejor en la palabra cuarta:
ha llovido, y justo allí, dique inocente,
un niño juega a detener el agua
Ya sé que no vale la pena
un par de alas abatidas
ni el encendido pico
que ahora sorbe, ansioso,
la frescura de la tinta;
pero sucede, lector,
que hacia el final del poema
una muchacha se baña
desnuda en la playa
Si viera, hay tanto azul
y oro en el paisaje
Sus senos desafían en la espuma
y todos los aromas del mundo la regalan
Mas qué le digo …
Usted está sentado junto al niño
viéndolo navegar sueños adentro,
mientras piensa con horror
en una paloma que agoniza
Quédese ahí, no sufra en vano,
después de todo, una muchacha
no vale lo que un sueño
Al final, sólo un detalle:
no se confíe,
la belleza más bien es una espada
Lo que corre a sus pies, puede ser sangre,
y si se fija bien
quizás alcance a distinguir
un desvalido barco de papel
de un ave herida que la corriente arrastra
El ojo veloz, en finos sobresaltos
Para Pepe Olivares
Entre la mano, el hilo de tinta
y la superficie de la Bristol
median
un ánfora griega,
el perfil de una muchacha de Pompeya
y más acá
el cerebro de Kafka
Guernica
y las nubes que recuerdan
nubes con formas de animales
También hay cosas más sutiles
las siluetas de las catedrales góticas,
el aroma del pan en las madrugadas de la Isla
y esa melancolía heredada de Vallejo que
de
tarde
en
tarde
le dicta trazos, manchas casi perceptibles
para el ojo que pasa veloz en finos sobresaltos
Pero he aquí que la tinta
inunda el espacio como una arteria rota,
lame con voracidad las muescas
que el tiempo ha impreso
en la blancura sospechosa de la hoja,
y van saltando, por orden de belleza,
un hombre y una mujer desnudos que se abrazan,
estrellas,
un puñado de lilas en el campo
Cuerpos que la noche no podrá borrar
porque allá, en las casitas que apenas se presienten
bajo la ilusión quebrada por la línea,
crepitan las llamas del horno familiar
con la misma pasión que en otro tiempo
moldearon la materia indócil de las ánforas,
iluminaron el encantado rostro
de la muchacha de Pompeya
Comentario del alba
Para Moon
Salir a la desmesura de la luz,
los ojos que se niegan a mirar,
el cuerpo que no quiere
dejarse meter en su mortaja
Reconocer a palmos
el paisaje lunar
de la sábana en desorden,
el sitio donde ha quedado impresa
la sombra de lo que en la noche
parecía una mujer
y nunca se sabrá si tenía la realidad
de la carne o del sueño
Contar y descontar
Nueva muesca en el rostro
Cepillarse los zapatos, la risa
Bracear en el café
Buenos días al día
Antes de escuchar “Summer Time”
Decir esta oración con grande fe
y humildad, y repetirla tres veces
con los otros asistentes
(Libro tibetano de los muertos)
Jannis Joplin,
vuelve a cantar dentro de mí
Arrasa, devasta, asola,
arranca de raíz cada nota
que no fue encarnada en tu voz
Destruye los ídolos antiguos
Purifícame, Jannis,
este lunes cargado de ceniza
en que debo avanzar
El equilibrio
– sabemos –
es una ilusión
Nadie tensa la cuerda;
no hay cables ni manos
La sabiduría está en los pies:
dar cada paso
como si fuera el último
Venga, lenta, la luz
Venga, Jannis, el cabello
del color del verano
Venga a nos, al reino terrenal,
a los íntimos huesos
que contigo cantan
Los hombres sin memoria
Cada día nacemos para amarte
De vital importancia
… me ocurre imaginar lo fácil
que sería morirse …
Mirta Aguirre
Es una hora imprecisa
El alcohol ha descendido lento
y no estoy por morir
Vuelvo a los ruidos de la casa,
al solitario plato
Descanso sobre una cama que no es mía;
acabo de llegar de la mujer
que no me pertenece
Alguien llamó,
dejó nombres
que nada significan;
enigmáticos números,
una frase que la edad de mi madre
hace incomprensible
Alvaro duerme
Entre la vigilia y el sueño
se extiende un abismo
Por él quisiera bajar a todo trance,
hundir las manos en el agua del fondo,
regalarme un poco de su hervor
No estoy para morir
No es hoy la hora de la hora
Cierro los ojos con cuidado
Voy a apagar el rumor de la bestia
que pace entre los juguetes de mi hijo |