CRISTÓBAL ZAPATA
De No hay naves para Lesbos (2004)
EL GUSANITO
Como una polilla inmune a mis venenos y mis trampas
el amor me corroe pacientemente.
Mi corazón está sucio
como el revés de una mesa
donde los comensales han ido guardando
los residuos que estorban la masticación.
Pongo una mano debajo de mi corazón
y la mano salta espantada, llena de mugre y dolor.
Pongo otra mano sobre mi corazón
y el gusanito empieza a roer
sin prisa, sin culpa, sin temor.
ARTE RUPESTRE
Para Isabel Dávalos
En la oscuridad primordial
un hombre y una mujer
chocan y raspan
como dos piedras ásperas
sus cuerpos.
Iluminados por el deseo
hacen la luz, la claridad.
Así, en la penumbra del mundo
un hombre y una mujer
reinventan el fuego,
y sus cuerpos encienden
como luces de Bengala
la noche.
Porque no es la Tierra
lo que el deseo alumbra
sino la bóveda del Cielo.
CONJURAS
Conception`s just a shot in the dark
DAVID WOJNAROWICZ
Él ha visto
a las mujeres que amó
dejar en sucias tinajas de aluminio
membranas, tejidos deshechos
como la trama suspendida del amor.
Ofendido y paciente
asistió
a las consultas clandestinas
donde terminaron
las ilusiones nacidas
en cuartos con vistas y sol
o en habitaciones de paso
donde la austeridad no impedía concebir
la luz, la luz, únicamente la luz.
Él ha visto
a las mujeres que quiso
abrir sus bellos muslos
para desprenderse de él
como de una excrecencia,
una desmesura, una maldición.
DÍA DE LOS ENAMORADOS EN COYOACÁN
A Nina Torres
A esta ciudad
me ha traído el amor
o el destello de la atracción.
Con paciencia y pericia
una mujer me ha introducido
en el laberinto de la ciudad imperial.
Así ocurrió, cuando caía la tarde
en La Habana, en Santiago
en Nueva York.
Ariadnas nocturnas
desovillaron para mí la hermética trama de las urbes
con la madeja de sus manos.
Viernes 14 de febrero
a las seis de la tarde en el parque de Coyoacán
bebiendo un nevado de zapote
-oscuro y dulce como la piel de los paseantes-
miro su tráfico apacible.
Hubo siempre una música secreta
entre los enamorados:
entre estas muchachas de ojos rasgados,
y grandes y bellos
entre estos muchachos perfilados
por los vientos de la sierra
el amor es una ecléctica danza
de las horas.
Cerca de aquí
una mañana de noviembre
murió Luis Cernuda
en silencio invoco
a quien sabía escuchar
la crepitación íntima
de los cuerpos juveniles.
En una esquina de la plaza
el organillero muele las escuetas notas de su caja
como granos de maíz o café
como si pautara el ritmo del cortejo
con su molino musical.
¿Qué misteriosas cadencias animan
los cuerpos de la pasión?
He llegado al estudio de Christopher Domínguez
con la emoción religiosa del peregrino
y he atisbado los altos portales detrás de los cuales
García Ponce reanuda cada día
la crónica de la mirada.
Así he desembocado en esta plaza
en este desfile del amor:
como un lector distraído
que confunde las calles con las frases
como un hombre desprevenido
al que le espera el amor
o su imagen.
*
Cristóbal Zapata (Cuenca, 1968). Ha publicado los libros de poesía Corona de cuerpos (1992), Te perderá la carne (1999), Baja noche (2000) y No hay naves para Lesbos (2004). En cuento, ha publicado El pan y la carne (2007). Escribe sobre arte plástica y ha sido curador de muestras importantes en el país. Ha cuidado sendas ediciones del narrador Huilo Ruales y del poeta Roy Sigüenza. |