DARIÉN GIRALDO HERNÁNDEZ
PLANETA MISERIA
IV
Hay primavera en el polo,
y un eisemberg florece
se viste de rosas blancas
de tulipanes polares
de savia perpetrada
de helechos tiritantes y gorriones de canto gélido
¡Hombre – azadón!
No sólo robaste el fuego;
también derretiste el glacial…
En el trópico
un jaguar entra en la pipa de un anciano chamán;
ya no es felino sino humo,
humo delgado
humo que ruge
¡Humo con garras y salto estrepitoso!
A esta hora cien mulatas venden su himen en Bangkok y
la sequía africana no termina
África arde
los sedientos del continente negro,
de la tierra del origen y la miseria ataviada de costillas resplandecientes
arden a orillas del Nilo
¡África!
Preguntaste por la vida y el crepúsculo
por las tumbas
por los descomunales soles arruinados
por las aves de tu reino fósil,
por la escoria de los valles profundos.
Preguntaste por las estrellas de fuego y mármol
por el cometa errante
por el brutal mugir de los planetas
por el pájaro trémulo que canta;
preguntaste por los niños del hambre y su destino taciturno.
V
Para comprender al mundo hay que destrozarlo.
Ya son miles las gargantas,
y miles son los silencios...
Cuando despierto del seno de mi amada,
muere su lengua de cristal azul
y sólo veo el color gris del crepúsculo...
del mundo que revienta.
¿Aún escuchas la risa sola?
¿La risa triste del camino?
Desnúdate, animal metafórico,
bestia del verso inicuo
revienta creador de dioses y bosques ardiendo
bufón del terremoto y la sabia
arráncale la piel al astro azul
vomita el escarnio de tu raza
infecta con tu guerra al planeta
destroza sus delgados continentes
sus frágiles terrenos peninsulares:
Venguemos al mundo.
¿No aborreces aún, Hijo de lo ilegitimo?
Son ilegítimos los besos y el destierro
no llora el cielo
ni estalla el vientre del hombre en el desierto,
no existe el amor
somos hijos del invento
vástagos del orgasmo.
Incendia entonces tu pretensión de naturaleza conciente
quémate Hombre Calcinante
Animal del delirio.
|