ZUNÁI - Revista de poesia & debates

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FERNANDO CELY HERRÁN

 

 

 

 

LECTOR II

 

Estas palabras no son mías.

En una madrugada se las robé a la tierra

y elaboré con ellas castillos en la arena;

las sustraje del vuelo magistral de las aves,

del murmullo del viento sublime y ostentoso,

del canto de los mares con sus algas de plata;

las introduje todas en pieles deseadas

haciéndome heredero de noches en capullo;

me las bebí despacio saboreando sus trinos

y albergando en mi cuerpo el dolor de sus gritos.

Hoy continúan fluyendo del fondo de mi alma

después de cincuenta años

de ensueños y caprichos,

son ellas el desvelo de mi patria soñada

y la savia inclemente de mi prestado espíritu.

Estas palabras no son mías,

son de la entraña misma de la tierra;

tómalas y construye con la mente asombrada,

la mirada precisa y el corazón de un niño,

desde el fondo de tu alma,

de nuevo el infinito.

 

 

 

 

BIFURCACIÓN

 

Hay un vaivén

entre el dolor  y el viento,

encrucijada aleve

entre ser y haber sido.

Escalada de huidas

que emerge en los senderos

como epígrafe estéril

de una noche de invierno.

He ahí el alma

jugando al heroísmo

de la trágica incógnita.

Espejismo

de aves a contraluz

estrellando sus alas

en la acrobacia de las olas.

 

 

 

 

 

EXPIACIÓN

 

A Fernando Soto Aparicio

 

Dentro o fuera del mundo, el poeta,

con los ojos sembrados en la tierra,

escudriña y construye su propio laberinto.

La sociedad le asume

soportando su navío en contravía

escarmentando su tristeza,

enajenando su alegría.

Cielo o infierno es su palabra,

nieve o fuego su vocablo,

elogio o maldición

sus ojos de metáfora.

Su escudo defensor:

alas maltrechas

heridas por los vientos

que su alma convierte en huracán.

Su arrogancia:

lo cristalino de sus lágrimas

que vencen la blasfemia.

*

 

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