ZUNÁI - Revista de poesia & debates

 

 

FRANCISCO VÉJAR

 

 

LOU REED


Viajábamos en una moto destartalada
El viento te daba en el rostro
Y decía lo que no podía traducir en palabras;
Una flor silvestre creciendo entre las rocas,
Pinos peinados por las ventiscas,
Casas abandonadas esperando nuevos visitantes

Por fin el espejo retrovisor no reflejaba la ciudad
En tus ojos quise ver el mar
Y por un momento pude vivir en ellos

Ahora que escribo estas líneas
Quisiera decirte, como Lou Reed:
Los satélites del amor suben al cielo
Llevándome fuera de mi mente.

 

LA PLAYA


El tiempo juega ajedrez con veraneantes pálidos
como ese pañuelo que agitas frente al mar
Pero es en la arena donde nos tendemos
a rimar embriaguez con Joni Mitchell o a releer
las páginas sanadas por la tarde
El aire marino prolonga los poemas sin escribir
y las cervezas y los faros solitarios
Nos amamos, e inauguramos esta playa.  

 
 
RELOJES


Se mira al espejo. Rasurado, inquietante.
El juego del doble le promete más vida
cuando atraviese el empedrado rumbo al jardín.
Quizá tenga un doble
en la calle Miguel de Cervantes,
mientras piensa en quienes despiertan a gritos
con la llegada del sol y los relojes,
sin despojarse aún del sueño
y las heridas que hace el día;
y ríe frente a la máquina de afeitar manchada de sangre.

 

 

FOTOGRAFÍA FAMILIAR


Antepasados instantáneos e inmóviles
como si no les importara volver de nuevo
a ese espacio que les brindaba el sol.
Madre e hijos reunidos
por la perpetuidad del ojo que los fijó
para siempre y, a la vez, los condenó a su fin.
Madre e hijos se juntan ahora bajo tierra
y hablan de su tiempo en la ciudad,
de las fiestas en que no se deberían haber
quebrado las copas, de las separaciones
inútiles e incurables. Los consuelan
cantantes de su época, cometas, viajes en automóviles,
entre esa bruma que cubre las cosas pasadas.
Piensan en el mar, mitad superficie, mitad misterio.
Han crecido flores en el lugar donde están.
Yo seré parte de ese mundo.  

Anotaciones de diario de vida

 

a Chet Baker

Empecé a escucharlo a comienzos de los años ochenta. Disfrutábamos de aquellas lunas negras que giraban en 33 revoluciones; blancas noches junto al destello de su voz melancólica, como nuestra cerveza y tabaco. La fina aguja de metal marcaba los días haciendo caer las hojas de los calendarios, y nos veía crecer, vagos y solitarios. No seríamos nosotros quienes cambiarían el mundo, sino que inauguraríamos el nuestro, conformado por árboles de un parque silencioso donde nos ocultábamos de la rugosa realidad. En aquella época temas como Time after time fueron patrimonio - y lo siguen siendo - de los lugares que bautizábamos con los nombres de nuestras amantes. Recuerdo la muerte de Chet Baker. Era 1988, y estábamos tendidos en una playa, lejos de la ciudad; averiguamos entonces que su impronta fue la versión más desgarrada de My funny Valentine, mientras caía de un octavo piso en Amsterdam.

 

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Francisco Véjar (Viña del Mar, 1967). Poeta e crítico literário chileno. Publicou Fluvial (1988), Música para un álbum personal (1992), Continuidad del viaje (1994), A vuelo de poeta (1996), Canciones imposibles (1998), País insomnio (2000), e El emboscado (2003). Participou de diversas antologias, tanto no Chile como no exterior. Em 1999, editou a Antología de la joven poesía chilena, e em 2002  publicou Georg Trakl. Homenaje desde Chile, em co-autoria con Sven Olsson y Armando Roa Vial. Seus poemas foram traduzidos para o inglês, italiano, catalão, português e croata. Atualmente, é colunista do diario El Mercurio e colabora com a revista Clarín de España. No Brasil,  foram publicados alguns de seus poemas na revista Coyote, em tradução de Cristiane Grando. E-mail: franvejar901@hotmail.com

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