amor amor
ay amor mío
pezones de mazapán
nalgas de algodón
etcétera de nácar
untémonos de suficiente chocolate
salpimentemos la dulzura que nos une
intercambiemos opiniones
ruiditos
amables maltratos juiciosamente bienvenidos
ay amor mío
qué difícil saber
dónde comienza uno, dónde termina el otro
si esto que toco es tu alma
y si aprieto fuerte ¿ te duele ?
si nacimos por descuido de Afrodita
de la baba de un tritón
que invadió un lago tropical
ay amor mío
este saborcito me recuerda otras delicias
esta húmeda región otras visiones
este ombligo nuestro
un Sakiamuni de yeso que una vez rompí
cuando era niño
ay amor mío
mejillas de mazapán
labios de jengibre
la panza quebrada del Sakiamuni
múltiples pedazos repartidos
no perturbaban su sonrisa eterna
Invención de la gavota
El bando de la orilla izquierda
capturó un imprudente pescador enemigo.
Armaron una horca a la vista de los otros,
y lo colgaron,
y mientras tanto saltaban
con nuevos movimientos jubilosos
que no eran danza todavía.
El ahorcado,
suspendido en el aire como pez boqueante,
pataleaba sin la interferencia
de la gravedad o las tradiciones.
Mala memoria, malos actores
Repleto el ómnibus de gentes de todas las tribus
hermanadas en silente o ruidosa soledad
adormecida la usual belicosidad por el cansancio
rumbo al aburrimiento doméstico..
violentamente fueron abiertas las puertas
fuerte viento y remolinos de arena
lastimando los ojos
luces relampagueantes como letreros de neón
y una distorsionada voz
clamó potentes a nuestras espaldas.
Otra vez el ilustre stil antico,
un barroco un tanto ingenuo
adaptado al uso local,
la divina exhuberancia con presupuesto recortado,
dos o tres estropeados ángeles
a punto de perder el equilibrio en la estribera
de modo que mi vecino de asiento y yo
nos miramos:
¿Es para usted El Mensaje?
¿Es usted el profeta de turno?
¿Seremos abducidos, transfigurados?
¿Le toca a usted o a mi?
¿Seré acaso yo, vecino?
Sofocos, codazos, empujones,
prodigios variados y signos de la época,
decisiones que tomar rápidamente
y nadie recuerda exactamente su papel.
Los ángeles resbalaron,
yacen aplastados en un cruce de callles,
un olor a plumas quemadas e incienso sintético
insiste en no abandonar el aire adentro,
puertas chirriantes se abren y se cierran
y somos completamente diferentes
según el lado.
alter ego
ahora que las gradas del pórtico guardan el
rumor de las últimas hojas de otoño,
la última vacilación antes de cerrar los portones;
ahora que tampoco tendremos frutillas este invierno
ni francamente mucho tema de conversación
- porque nunca nos dijimos gran cosa - ,
sólo el barullo de los primos y sus proyectos,
las tías y sus bufandas.. ahora te anuncio que estoy aquí,
al borde mismo de tu aliento.
he decidido que acepto tus oscuridades,
las poderosas fases de tu luna interna.
te ordeno que no opongas resistencia y me dejes
palpar la vieja cicatriz en tu hombro izquierdo.
tu corazón late como ninguno, tus ojos
me hieren para siempre desde la foto en la sala,
tu mano puede estrujar mi garganta,
pero hay algo en que no me ganas y es
que aún te odio pero ya no me importa. también
te ordeno que admires mis complicados reflejos,
y te pido que pienses un poco, después, al irnos,
¿quién de los dos nació primero ?
¿quién es criatura del invierno y quién
habitante de esa criatura?
yo hace tiempo que estoy loco y a veces
confundo caras, sillones, minutos, reinos y desastres.
abrázame fuerte y respira hondo
para sentir si estamos aquí los dos;
o al menos tomemos café y charlemos
del invierno y sus peligros y aburrimientos.
en agradecimiento y justa compensación,
aquí te traje este poema.
de compras en el mercado: placeres del escepticismo
vendedor de frutas o traficante de estandartes,
de todo aquél que algo me promete
yo desconfío en proporción,
fingiendo que su pregón me convence.
porque todo lo que es cáscara confunde,
con moderada presión de índice y pulgar
puedo averiguar exactamente
la sazón de las naranjas,
el azul desorden de un pescado.
talvez – yo siempre sospecho –
talvez el verdadero moho y lo más pegajoso
estén al otro lado:
en el dedo que palpa,
en el ojo que mira.
y me redimo de esta hipótesis
charlando con quien se me cruza:
de sus razones para la escasez,
o el bajo precio de cualquier fruta.
nadie sabe nada, pero se vende todo.
ayunar
es un arte. |