LILIA GUTIÉRREZ RIVEROS
POEMA NÚMERO 18
Fue
vestirse
de tardes desteñidas
hasta palpar
la profundidad de la noche.
Fue
la caricia equivocada
sobre la piel verdadera.
La palabra escondida
en la levedad de la mentira.
Un robo a la confidencia
y a la sensibilidad.
Acceder a la ceremonia de la rutina
aguardando un dios despistado
que pasa de largo.
Perdí el norte.
Repetí
un millón trescientas
ochenta y seis mil veces
los pasos hacia
la existencia imprecisa.
Llegué
al precipicio
hundí las manos y los pies
astillé el corazón de los amigos.
Ignoré la sonrisa
de los rostros amados.
Roca ígnea
rayo y tormenta
odio y furia.
Eso fui.
No escuché del viento
sus mejores parajes.
Fallé.
Hice trampa.
Jugué a la muerte
en todas sus facetas.
Desafié a cada demonio
que tenía su piel dormida
en mi memoria.
No me arrepiento.
EL RÍO VA
Contemplo
el pausado viaje del río
en la mañana de codornices,
picachuelos, alondras, mariposas
cigarras y montecitos de arena.
El sonido pasajero
bautiza las cumbres
bordea la silueta de barrancos
baña los juncos y los matorrales
toca mis manos y se marcha
en busca de su encuentro con el mar.
Aquí traigo mis pies descalzos
sobre las cenizas de un rayo
que equivocado de rumbo
rompió el comienzo de un día.
Las nubes
pulen la altura del monte
la brisa repasa sus notas
en las hojas de los árboles
un grupo de hormigas
organiza su excursión matutina
alcanzo el fruto
en el ramaje de la zarza
y el río pasa
pasa rumbo al mar.
LOS DESAPARECIDOS
Un látigo del viento
trae la noticia de los desaparecidos.
El zarpazo de la incertidumbre
deja sin respiración la vida
y la libertad en la mesa del embargo.
Los postulados
engendrados por ellos
levantan banderas de amor
en los rostros desorientados.
¿En qué campo deambularán sus pies?
¿Bajo qué estrechez de mando deslizarán la vida?
¿Habrá un espacio donde quepa el vacío
y el llanto de los afectos truncados?
Los desaparecidos son pulso de cartas sin retorno
son rituales tallados en relojes de espera
la fortaleza y el dolor en contravía.
Los desaparecidos
son el temple de la esperanza y de la fe.
La condecoración de los desaparecidos
no ha de ser
la indiferencia ni el sello forzoso del olvido. |