LUÍS CARLOS MUSSÓ
DE EL OFICIO IMPRATICABLE:
DÍAS DE CREACIÓN
1.
Lengua habitada/ lengua simple/ lengua suspensa; no nos
seduce si se evade del mundo cierto:
la víspera de toda batalla es frágil y el campo nos acosa
con su paz maldita. En la visón reveladora no hay mentira
que nos haga el invierno con todos sus bártulos; que nos
recuerde la desnuda mirada del error.
Lengua habitada/ lengua simple/ lengua suspensa; no nos
seduce si se ausenta del mundo ilusorio:
la mañana que vino después de la batalla nos encontró
lidiando con al arte mayor de la muerte. Ya que nadie
acompaña a nuestros muertos en sus ataúdes de pino; y la
noche les es tallada en los párpados. Pues la han ganado.
No hay pie quebrado que funcione si contemplamos las tersas
aguas en los días después de la batalla.
Graves, ligeros, los sepulcros en el mar. Y una lengua
habitada, también simple y suspensa, nos embriaga con aromas
de música y blasfemia: nos seduce con el rastro de un
canción insondable.
2.
Los despropósitos de la luna verde, siempre firmes. Y los
fuegos que encendemos por sentirlos en la carne, sinuosos
como los vientos que arrullan el intento.
Entre rescoldos y pavesas, la alta mar de lejana geometría cae
de bruces. Y arrecia con sigilo contra los arrecifes/ sumiendo
su fantasma bajo el légamo/ buscando las fatales esencias del
encuentro.
**
PUDRICIÓN, osamentas sueltas en el camino halladas con un
lento desconcierto: ¿limpio degollamiento de las dalias?
¿tenue satisfacción de un
viejo Midas?
A cada paso, a las espaldas, ramas se reencuentran con sus
yemas. La vocación ha persistido con las centurias: el único
amor nuestro es el que no nos pertenece (TODO LO QUE TOCAMOS
SE TRANSFORMA EN DESPOJOS).
DÍAS DE VIAJE
Cuando la sombra viene de un sauce todo florido de
mariposas, la imagen que hay en frente me invita a jugar
ajedrez. Pienso en la apertura española, en la defensa
siciliana:
- ¿Cuántas veces el fuego si el náufrago olvida sus oficios?
¿Dará otra vez el paisaje con la mirada, ahora que el mes más
cruel ya no lo es?
-
Nevermore
DE LAS MÁSCARAS CONFRONTADAS
1.
La mujer de caricias lentas tiene los pies desnudos. Ha
ofrecido telas bordadas por sus manos en limpios bastidores a
cambio de escuchar historias de yodo y sal. La mujer de graves
caricias sabe que las manchas que el sol ha trabajado en su
rostro son odiadas por su raza.
Mide y palpa los aromas que hay en la albahaca; enfrenta la
noche con la llaga de luz que tiene en la frente. La mujer no
se niega, ondea sus caricias porque las palabras se ordenan en
forma de poema: todas conocen el camino.
2.
¿Qué fueron entonces esos cuerpos? ¿Acaso otra cosa que los
arcos que me disparaban como a una saeta hacia ti en
carrera de relevos?
¿No eran los que, uno a uno y a su turno, me tomaban del punto
donde había caído y se ofrecían a brindarme impulso y
enseñanza? Su holgura no era sino acicate para que me
aventurase en la gruta nutricia de la sensatez. Y la pleamar
de sus ascuas, la marea imperfecta. La pujanza furiosa que
describía la gloria sin conocerla.
Tumulto de símbolos tatuados en tu hombro. Tumulto de símbolos
que se asentaron con el sol de las provincias marítimas y
las terrestres. Y sin embargo/ te disipan como un canto que
seduce a los marineros a barlovento y los lleva al diván de la
noche.
Cada silencio prolonga mi muerte:
tanto desbrozar para hallar una inscripción que entendía,
pero que no deseaba entender. Tantos ciclos sin leer todavía
el cuerpo que aguardaba por mi nombre. Aquel que rompería su
mudez en nuestro abrazo.
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DE CUADERNOS DE INDIANA
AJEDREZ
( 2 )
Cuando caigo en la cuenta del puñal que cuelga de su cinto
(¿qué jugada de crápulas es ésta?), el Mayordomo mira de reojo
a su Amo. Y son muchas las fatigas en esta planicie cercada
con alambre de púas (reconozco esa labor minuciosa). Nunca fue
problema, desde la empalizada, engrosar la hueste de los
peones (P+P+P.), pero nos distraen los manzanares
metálicos (no el acero de la herramienta, sino el oro todo
junto de los dioses).
Resopla la lluvia en nuestras nucas; dice: Seamos realistas
y hagamos lo imposible. Y avanzamos, extraviados, buscando
versos dejados por John Lennon como señas en el camino.
Resplandeceremos, afirma él como contraseña para la
jornada (P∞).
El vértigo de las gaviotas nos contagia. Y brilla, entre el
archipiélago y los gusarapos, la ondulación de un mester de
hipocresía.
Despojados del azufre (otro es nuestro Infierno), las
sandalias se aferran -echando chispas- a la arcilla y nos
mordemos la lengua, a la vez que perdemos palabras que
solíamos retener entre incisivos y caninos (P - abc).
Y el Mayordomo se apresura. Y es cuando caigo en la cuenta del
puñal que cuelga de su cinto. Pero también de que el truco es
aguardar. Y pensar. Y pensar. Y pensar la siguiente jugada.
EN TIERRAS DE UTOPÍA
(Abya-Yala)
Modernos. Unidos. Con riquezas. Y entre basura, latas,
botellas vacías y desechos, habitamos un nuevo Escorial. Casi
yerto, el enorme castillo es piedra sobre piedra, SIN
LA PASIÓN DE
LA PIEDRA. Y
entre basura, latas, botellas vacías y desechos. Habitamos el
nuevo Escorial: el lugar donde somos modernos/y unidos/y
tenemos riquezas.
I SOLENTINAME
1
Draga la laguna. Draga con el libro la laguna. Draga con
sonrisas el cenagoso fondo de la laguna. Que la ponzoña se
aleje del puerto. Que se aleje del jarro de un comandante
encanecido a fuerza de poesía. Y que venga el tiempo en que
funcione una oración por Marilyn, pero también por Aurora,
Mercedes, Andrea, Olga y Magali. Y al final, que tu cabeza se
eleve como una cometa. Hasta escupir una a una las palabras
innecesarias. Hasta engancharse en un cielo que refleje como
espejo las aguas de la laguna.
2
El dios de la laguna no asiste al gángster en sus operaciones.
Y huye el viento solano porque sabe que no cabe en la
escritura. Huye y barre con aserrín el piso de los burdeles.
Hace volar pavesas y colillas de cigarros entre los
radioescuchas. Oyes un bulto que cae al agua. Y el dios de tu
libro desea que éste haya sido el último.
3
Impúdica es la casa que se inflama porque destaca sobre la
planicie de zinc. Y el escozor te hace palidecer. Y también la
rebeldía que circula como savia por tus arterias. Rebeldía
contra el escarnio. Y contra quien no devuelve lo que ha
tomado del mundo y de los demás. Porque el Instante te agarra
usando los nombres que tú mismo elegiste. Los que flotan en la
superficie de la laguna.
4
Viniste a visitarme en sueños/ pero el vacío que dejaste
cuando te fuiste/ fue realidad.
5
Porque el poeta, espiado por el Amo y su Mayordomo, decide
devolver en canciones todo lo tomado: la sangre que flamea en
tu mirada, los huesos quebrados que yacen en el tripaje del
tiburón, el sincero color de la laguna. A las cinco de la
tarde, tus hermanos oran trabajando. Y todo está en paz en la
laguna.
II CALIFORNIA
1
No hay trenes todavía para llegar hasta la aurora. Hay trechos
de desierto y de palabras gastadas entre tus pasos y
California. Habrá que ensayar el arte de callar entre el
tiempo de la hambruna y el tiempo de la vendimia. Porque el
campamento asiste a la dormición de los astros. Porque duerme
la noche. Duerme y cobija los miembros que se alistan para la
faena. Duerme y recuerda ese tiempo futuro, en que lo sencillo
sea ir al andén para tomar un tren hacia California.
2
Los amigos buscan el puerto de la Ceguera. Perfuman de
incienso las cicatrices que ganaron con justicia. Y siembran
el pánico en surcos dispuestos a lo largo de la planicie del
país de
la Barbarie. Los
amigos se agotan. Retiran el hollín de los instrumentos de
medición. Y de sus rostros.
3
Santo y seña: las llagas perfectas son el pseudónimo del
Honor.
III EL DORADO
1
Como el asno tras la zanahoria, buscamos el lingote. Una pizca
de error será solamente el primer paso. Y arrancamos en pos
del consuelo para nuestras tribulaciones. Y todos los rostros
de las mujeres bellas de esta pax hispana se parecen al
recuerdo que guardo de ti. Pero bien me olvidaría de ellas y
de ti si pudiera cubrir mi cuerpo desnudo con polvo de oro.
2
Despóticamente, la jungla aparece como filigrana vegetal. No
hay que clavar pendones en ninguna dehesa. No hay que cuidar
la parcela de la codicia del camarada. Con cautela y
advertencia, olvidamos el mármol azaroso.
3
Con cautela y advertencia, vamos en pos de la fruta
negra.
IV CUZCO
1
Los caminos empedrados llegaban de todas las regiones del
mundo hasta la Plaza
de
la Alegría. No todo era bello, aunque el amauta dijese lo
contrario. Y su dulce lengua era una forma de ver el mundo. Y
se cantaba en la puna, en las orillas de la mar, en los bordes
de la selva. En todas las regiones del mundo.
2
Después de atónitas jornadas de labor, abres tu mano y ves un
puñado de maíz robado al Sol. Ya lo dijo el poeta, y lo
recuerda mi padre: lo que queda es una crónica de Incas sin
Incario.
V BRASÍLIA
1
Es verdad que la noche solamente se sucede a sí misma. Y que
el sueño te impide caer de rodillas ante el Amo y ante su
Mayordomo. Pero el adobe sobre adobe no te acerca a un friso
ateniense. Y ni el más apasionado de los ladrillos suma luz a
su peso a la hora del azufre. Al contrario, ese ladrillo
(incorpóreo) es la idea de la vanguardia habitada por la nada.
2
A las cinco de la tarde, hastiado de la letanía del humo, ves
cómo se vacía el pueblo. Cuando la palabra es aún parte de la
lengua, la lentitud de los arados te trae los anhelos de la
tribu. Te acerca, como la primera vez, las angustias de
la Infancia.
3
Óscar Niemeyer diseña incluso las escupideras, pero mantienes
un dígito en alto para averiguar la dirección del viento.
Necesitas a la anciana campesina para saber si lloverá a
tiempo. Y al pescador de rostro agrietado para ver si habrá
albacoras y atunes en la temporada. Y avanza la tarde brumosa,
a la mira del Amo y del Mayordomo. Avanza la tarde brumosa en
medio del pueblo desnudo. Y vacío.
*
Luis Carlos Mussó
nasceu em Guayaquil, Equador, 1970. É formado em Letras pela
Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Poeta e
professor de Literatura, publicou El libro del sosiego
(1997), Y el sol no es nombrado (2000), Propagación
de la noche (2000), Tiniebla de esplendor (2006).
Recebeu em três ocasiões distintas, o Prêmio Nacional de
Poesía (Bienal de Cuenca/ 1999, César Dávila Andrade/ 2000 e
Jorge Carrera Andrade/ 2006). Seus poemas foram publicados em
antologias e revistas na América Latina, Espanha e Israel. |