ROBERTO ECHAVARREN
UNIVERSAL
ILÓGICO
Subí en el autogiro
para hachar por encima.
Corta la leche, la miel.
Ahora gotea más despacio.
Las balizas parpadean enfrente del hotel,
un modelo de situación.
Ellos quedan separados uno del otro.
No se ve más que una sombra.
Entra al portezuelo un auto con escape libre.
A través del culo miraba para arriba,
un festón sobre la capa de tormenta
que me priva,
un dique ardiendo
lejos de solidificarse, un embudo,
el pescuezo de un dragón
quema la memoria, sacude
la contigüidad, aquí y allá se rompe.
Este bebé no reconoce lazos
pero el circuito continúa,
una gé en vórtice,
el plasma de una pobladura glandular.
Pisa el acelerador cuando lo aprietan de atrás.
Un poco tarde para atender el teléfono,
enjabelgado, enflaquecido por los desvaríos
de un interior jabonoso. Un chalet,
Le Tourbillon, cae hoy incompleto,
socavado tamiz y borboteo, hervor olla consagrado
en el oscuro del jergón.
La tunda pareja del amanecer vacío,
el músculo, un tic de la cara
contra el hueso, un huso,
unas cuerdas del Paraguay,
un poncho, hexágonos de verde
cuyo giro lo ingurgitó
lucen mejor que este tul raspado
iridiscente, negro sobre blanco sobre negro.
Un zumbido. Levanta la aguja
que va a coser ese vestido
que viste para su demo.
La ronda compensa los chuchos. Fue el bien plisar
no la casa-cajón. Era una misión-cama,
los ocelos, el rimel, el sobado
leopardo reversible en cualquier momento.
Abrí las hojas mojadas del banano,
universal ilógico para cualquiera, para nadie,
con una trompa que acometía.
El rasguño trazó en los ojos una lluvia diagonal,
Esa banda labrada desafectó cualquier punto.
Giraba firme. “Están aquí.” decía
después de
remover
el ápice del exvoto enfrente de la estación
meteorológica.
Entraba al comedor para pasar a la cripta.
Bochornoso chasqueaba los dedos
sobre el zafiro sin fondo.
EN ESTA TUMBA OSCURA
El cantante cubierto de esmaltadas
escamas
escapa antes que lo pillen los pillastres,
antes que la zancadilla en el podio lo destine a
su fagocitosis
sobredosificado en aras
de un entusiasmo salival por la noche entre nómade
y
mónada
devoradora de linfa sanguinosa,
hasta que lo rompen como una bolsa de mejillones,
hasta que lo atraviesan con una pértiga, latiguillo
de las tripas, destapan un
water closet con un guante
de goma en la noche rasgada por
dentro,
lo parten con un pincho para picar hielo, rotas las sinapsis
de su costra en relieve. No sólo conejo de luna.
Una triple hendidura sobre la bóveda
craneana
con una clavija de coral achatado,
por lancinante cabeza hecho fibras
de higo amoratado en un torbellino seco.
La inflada vejiga, rota ahora, una gruta
de líquido desmaquillante se atomiza.
Súbita deglución
melatizada por un pico de tortuga,
esta tumba oscura se tragó la valva, valga
el cloqueo de la lengua, el pito
brisando los vapores
por donde encarna el boqueo la resistencia al
viento.
“Me haces real,
me haces libre.” Para sostener este trabajo de tropero
sobrio
pero seguro
después de la escuela, tu cosa,
okay, un cuero, tu pelo alrededor
de mi pescuezo, en la noche más de mi vida.
Este método no engañará a nadie. La diálisis
se conmuta en presión por
el río celeste donde nada un caimán. Poca comida,
pero digo: “Este método es el malgasto de una
aurora.”
*
Roberto Echavarren,
poeta, ensaísta e crítico literário,
nasceu em 1944 em Montevidéu (Uruguai). Publicou os
livros de poesia La Planicie Mojada (1981), Animalaccio
(1986), Aura Amara (1989), Poemas Largos
(1990), Universal Ilógico (1994), Oír
no Es Ver (1994) e Performance (2000), uma antologia
crítica de seus poemas e demais escritos, organizada
por Adrián Cangi. O autor também publicou a
novela Avec Roc (1994), livros de ensaios e de tradução.
Junto com José Kozer e Jacobo Sefamí, organizou
a antologia Medusário, de poesia neobarroca
na América Latina.
*
Leia também uma
entrevista
com Roberto Echavarren, poemas
traduzidos e um ensaio
sobre o autor.
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