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SÍLVIA GUERRA

 


 

a la niña no al ave, ensangrentada en pájaro
Enrique Lihn

    Una rosa perenne para todo el futuro
    Esa que dio esa que diste esa, que será
    quitada esa parte rozada manera de perfilar
    los filos, de rozar la sustancia o la figura
    ese modo de cruzar acera y viento perfil y
    plano pérdida y ganancia. El mar será esa
    misma cosa que cambia todo el tiempo las
    líneas y las sombras, será esa cosa antigua
    que ruge y que se traga y da y que revuelve
    y vuelve a lamer la arena, a hacerse manso.
    Y volverá el recuerdo el mar lamido la espalda
    que se aleja. Volverá con los hombres vistos así,
    en irse, en esa posición de la partida, la pierna en
    red envuelta como un sargo, la piel en rombos negros.
    Dividida. La minucia del pelo desprendido del hombro
    desbrozado en el panal de mí, así marcha la oscura
    gema del deseo, la líquida marea. El vilo al borde del
    abismo que en la boca se agita. Volver a la llanura
    con la rosa de trapo con la gota de plástico quemada.
    Volver con esas piedras facetadas con la princesa
    dentro volver en lo que fuiste en lo que era, en mí,
    en la vida que había, en lo que la celda atrapa, celda:
    oigo el rumor del mar oigo la muda turbulencia inmensa ,
    oigo esa turba que desprendida empieza a arder. No
    he comido carne de ruiseñor y no he tenido esa afición
    extraña por la carne del pájaro, aunque tengo esta del
    insomnio y he bebido, también, en el tazón de fierro.
    Tampoco sobrevivo a esta locura, pajarillo, y me desvelo,
    con la carne rojiza, con esa percusión de un mundo mudo.
    Y es cierto, maravilla pajarillo, este amor, esta locura del
    muerto en la tinaja, maravilla el rumor –estruendo
    mudo- maravilla que pueda escuchar – virtuosa- el
    aleteo, atándose a la noche.

    El rendez vous del ocioso

    Eso se llama hacer el rendez vous, el paso de baile en pie quebrado
    Ocioso miramiento que quedó prendado de la occisa, ocioso
    El cablerío del pez espada el pasado de todo. Ahora es una espalda
    Dolorida un puñado de féretros un río. Ayer el cumpleaños torta
    júbilo, mañana de vuelta esta minucia a levantar el aire de los ruedos
    Sin poder saber cuál cráneo era la bella, sin saber de la bella
    El tacto en la sordina el alma máter, yo, tú, él Ellas, ella, arrinconada
    ahí qué Dice en el avión, en vuelo
    el aire sin respiro la muñeca torcida la boca de la sapa
    por la boca ha expirado ese pez, flor de la gruta ojo
    extendido que ve, la gente por la playa.


    * * *


    Se deshace, en efecto, esa posible cosa de ser pájaro, nombre en el ala, ala que

    abre el aire en dos; un fastidio en la tarde en lo crepuscular de ese cansancio,
    en la parte tarda de la edad, en la mujer, ahora.
    Sin el gusto de ser esa otra cosa que pendía de la punta de las ramas, esa cosa

    espesa de resina sin ser, lo que produce este bochorno de la hora este
    cansancio que devuelve la mirada hacia adentro hacia una oquedad orgánica y
    oscura. Denso es el aire dentro y nos morimos Filomela, del mal que se
    transforma y que golpea, en la ventana, en la carne, en la noche, en la edad, en
    la trampa.


*


Sílvia Guerra nasceu em Maldonado (Uruguai). Publicou, entre outros títulos, De la arena nace el agua (1987), Idea de la aventura (1990), Replicantes astrales (1993), La sombra de la azucena (2000) e Nada de nadie (2001).

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Leia também traduções de Sílvia Guerra.

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