ZUNÁI - Revista de poesia & debates

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RENATO LEDUC

Prometeu

seguido de

Euclidiana 

 

Tradução e notas de

Ronald Polito

 

NOTA DE APRESENTAÇÃO

 

No início de 2008, a Espectro Editorial divulgou uma plaquete com a tradução da peça de teatro Prometeu, de Renato Leduc, escritor mexicano pouco conhecido no Brasil. A publicação continha também um posfácio, intitulado "Oito quadros sobre Prometeu e a paródia", esclarecendo alguns aspectos mais singulares do texto. A divulgação desse material revisto e corrigido agora no site Zunái é uma tentativa de tornar o texto acessível a um público muito mais amplo, já que a edição foi bem estrita.

 

Além de Prometeu, Renato Leduc deixou outros trabalhos que dialogam com temas e escritos da antiguidade. Traduzi, assim, um poema que pertence a esse conjunto, intitulado Euclidiana, que dispus depois do posfácio.

 

Quando a plaquete foi feita, não havia ilustrações. Já tinha imaginado algumas, mas não consegui realizá-las. Nessa edição, Vanessa Sayuri Sawada interpretou livremente meus traços, criando a portada de Prometeu. E solicitei a Denis Pierre Araki que fotografasse duas tesouras em certa posição, o que ele captou com singularidade. A foto é a abertura ao poema Euclidiana. A presença nipônica é naturalmente a velha confirmação das conexões Japão-México-Brasil.

 


 

ACTO I

 

 

Prometeo, Cratos, Hefestos

 

Cratos (a Prometeo)

 

Por fin hemos llegado

al siniestro confín de Recabado.

Tú, padrote de putas miserables,

quedarás enclavado en esta roca,

un chancro fagedénico en tu boca

dejará cicatrices imborrables.

 

(a Hefestos)

 

Y tú, cojo cabrón, ya palideces

como si fueras a correr su suerte.

Átalo pronto, que si no, mereces,

¡oh! ¡pendejo inmortal, que te dé muerte!

 

Hefestos (para sí)

 

Yo no tengo la culpa de apreciarle,

juntos corrimos memorable juerga.

¡Oh miseria! ¡Oh dolor! Tener que atarle

de pies y manos, de pescuezo y verga.

 

Cratos

 

¿Acabarás por fin con la tarea

que Zeus te encomendó...?

 

Hefestos

 

¡Que yo no vea

realizarse mis fúnebres temores...!

 

Cratos

 

Déjate de lamentos y clamores.

Y di ¿qué es lo que temes insensato?

¿acaso quieres que valor te preste?

 

Hefestos (profético)

 

Que no te llegue el doloroso rato

que estás haciendo padecer a este;

que tu pene inmortal no se convierta

en huachinango con la boca abierta;

que tu miembro viril erecto y seco

no escurra nunca pasta de pebeco.

 

Cratos

 

¿Qué palabras fatídicas brotaron

del cerco de tus dientes, desdichado?

Jamás los vaticinios me asustaron

porque el ánimo tengo bien templado.

No cumplida verás tu predicción.

Y nunca voy con putas de a tostón.

Además, en las aguas del Pocito

invulnerable se volvió mi pito.

 

Hefestos

 

No te jactes, ¡oh Cratos!, del telúrico

miembro viril que te obsequió Natura,

mira que hay chancros de ácido sulfúrico

que polvo vuelven a la piedra dura.

 

Cratos

 

No me asustas, no soy de tus pendejos;

abstente de dictar nuevos consejos

y acaba de forjar esas cadenas...

 

Hefestos

 

Bien forjadas están, mayores penas

sufren quien forja que quien sólo manda

con duro acento...

 

Cratos (a Prometeo)

 

...Anda

Titánida feroz, lleno de dolo,

¡decláranos la guerra!

Desciende hasta la Tierra

donde viven los hombres cual lombrices

y enséñales placeres que tan sólo

reservados están a los felices.

Si a las Efímeras piedad te mueve,

enséñalas a hacer sesenta y nueve.

 

Titánida feroz, lleno de dolo,

aquí te vas a ver jodido y solo,

que las putas de lengua articulada

nada pueden hacer, no pueden nada...

       (vanse)


 

ACTO II

 

 

Prometeo, Hermes, Coro de Oceánidas

 

Prometeo

 

(encadenado se dirige a los elementos)

 

¡Éter sulfúrico, bebidas embriagantes,

claros raudales de tequila Sauza;

vedme sujeto a pruebas torturantes

y sin saber siquiera por qué causa!

 

¡Oh twenty dollars coin que ruedas mansamente

por el tapete azul del infinito;

vástago de Hiperión, dios igniscente

apaga los ardores de mi pito!

 

Tú, que brindas tu luz a los mortales

cual cerúlea linterna,

mírame padecer horrendos males...

Como la Hidra de Lerna

llevo en mi sangre gérmenes fatales.

 

Tierra nutricia, asfalto de la calle,

soñoliento gendarme de la esquina,

impide que la inquina

de Zeus Cronida sobre mí restalle

 

(escuchando un batir de alas que se aproxima)

 

Alguien viene. ¿Quién es? ¿Baja del cielo

un inmortal para tomarme el pelo?

 

Coro de Oceánidas

 

Desdichado titán, hemos venido

veloces desde el fondo del Océano

para tenderte una piadosa mano

en el momento en que te ves jodido.

 

Relátanos por qué quiso el Cronida

tenerte así, con la cabeza erguida,

con los brazos en cruz y ¡oh cruel tirano!

con un falo metido por el ano.

 

Refiérenos también, uno por uno,

los pormenores de tu cruel suplicio.

¿Por el chiquito te cogiste a Juno?

¿Rompiste sin querer el orificio

ambrosiano y sutil, por donde mea,

a la divina Palas Atenea...?

 

Prometeo

 

¡Oh prole innumerable de Pánfilo Zendejas!

Ya que piadosas escucháis mis quejas,

ya que venís del fondo del Océano

para tenderme una piadosa mano,

os voy a referir por qué delito

quiso el Cronida cercenarme el pito.

 

Los hombres miserables por el monte

vagaban, persiguiendo a las mujeres,

y su coito tenía los caracteres

que tiene el coito del iguanodonte.

 

Yo los vi cohabitar en las cavernas

sin un petate en que tender las piernas,

sin otra almohada que la roca dura.

Tan sólo conocían una postura

para efectuar el acto del amor...

 

Transido de dolor

yo enseñé a los mortales industriosos

cuarentas y seis maneras de joder.

 

Sabiamente les hice comprender

que en esto de los lances amorosos

se llega al non plus ultra del placer

dando cierta postura a la mujer.

 

Por mí supieron que el sesenta y nueve

obedece a las leyes del Clynamen

porque yo lo enseñé, ahora mueve

cualquier mujer el blando caderamen.

 

Mi enseñanza cundió por el Urano

y jodieron hermano con hermana

y los dioses sintieron en el ano

"una sensual hiperestesia humana".

 

Tal es, dulces deidades, mi delito;

tal es el crimen de que se me acusa;

por él se quiere convertirme el pito

en una inútil cafetera rusa.

 

Oceánida

 

Desdichado Titán, te he de decir

que por falta de pene no habrás mengua.

Confórmate que allá en el porvenir

lo que habrás menester será la lengua.

 

Prometeo

 

Si me hubiera tejido la puñeta

no sintiera el dolor de que taladre

mi canal uretral la espiroqueta...

 

(a Hermes que llega)

 

Mensajero fatal ¡Chinga a tu madre!

 

Hermes (cantando)

 

Tal parece que estás arrepentido...

 

Prometeo

 

¡Oh, Zeus, tirano fermentido,

sé que voy a sufrir y me conformo...!

 

Las Oceánidas (retirándose)

 

¡Qué olor tan espantoso a yodoformo...!

 

Prometeo

 

(bajo el bisturí de Hermes)

 

¡Ay...!

 

Oceánidas (en la lejanía)

 

        ¡Qué caray...! ¡Qué caray...!


 

ATO I 

Prometeu, Cratos, Hefestos

 

Cratos (a Prometeu)

 

Alcançamos por fim

Recabado, fatídico confim.

Tu, cafetão de putas miseráveis,

ficarás encravado nesta roca,

um cancro fagedênico na boca

cicatrizes vai pôr inapagáveis.

 

(a Hefestos)

 

E tu, coxo cabrão, já empalideces

como se fosses padecer tal sorte.

Prenda-o logo, porque se não, mereces,

oh pândego imortal, que te dê morte!

 

Hefestos (para si)

 

Pois eu não tenho culpa de admirar-lhe,

juntos fizemos farras sem igual.

O sofrimento! O dor! Ter que amarrar-lhe

de pés e mãos, e de pescoço e pau.

 

Cratos

 

Acabarás por fim com o mister

que Zeus te encomendou...?

 

Hefestos

 

Não quero ver

consumados meus fúnebres temores...!

 

Cratos

 

Deixa-te de lamentos e clamores.

E diz o que é que temes delirante,

acaso queres que valor te empreste?

 

Hefestos (profético)

 

Que não te chegue o doloroso instante

que padecer estás fazendo este;

que teu pau imortal não se converta

numa cioba com a boca aberta;

que teu membro viril ereto e seco

não verta nunca pasta de pebeco.

 

Cratos

 

Que palavras fatídicas brotaram

do cerco de teus dentes, desditado?

Jamais os vaticínios me assustaram

porque bem tenho o ânimo acalmado.

Não cumprida verás tua predição.

Eu nunca vou com putas de um tostão.

Além do mais, nas águas do Pocito

invulnerável fiz meu pirulito.

 

Hefestos

 

Não te jactes, oh Cratos! do telúrico

membro viril que te obsequiou Natura,

olha que há cancros de ácido sulfúrico

que em pó transformam mesmo a pedra dura.

 

Cratos

 

Não me assustas, não sou de teus pentelhos;

abstém-te de ditar novos conselhos

e esses elos acaba de forjar...

 

Hefestos

 

Bem forjados estão, maior penar

Sofre quem forja do que quem só manda

Com duro acento...

 

Cratos (a Prometeu)

 

                                                    ...Anda

Titânida feroz, cheio de dolo,

declara-nos a guerra!

E desce até a Terra

onde vivem os homens qual bicheiras

e ensina-lhes prazeres que tão-só

para os felizes sejam brincadeiras.

Se piedade aos Efêmeros te move,

Ensina-os a fazer sessenta e nove.

 

Titânida feroz, cheio de dolo,

aqui tu vais te ver fodido e só,

porque as putas de língua articulada

nada podem fazer, não podem nada...

                                                           (saem)

 

ATO II

 

Prometeu, Hermes, Coro de Oceânidas

 

Prometeu

 

(acorrentado se dirige aos elementos)

 

Éter sulfúrico, bebidas embriagantes,

caudais brilhantes de tequila Sauza;

vede-me preso a provas torturantes

e sem sequer saber qual é a causa!

 

Oh twenty dollars coin que rodas mansamente

pelo tapete azul da imensidão;

rebento de Hiperion, deus ignescente,

os ardores apaga em meu canhão!

 

Tu, que tua luz ofertas aos mortais

qual cerúlea lanterna,

olha-me padecer males demais...

Como a Hidra de Lerna

levo no sangue gérmenes fatais.

 

Rua de asfalto, terra nutriente,

no cruzamento sonolento tira,

impedindo que a ira

de Zeus Cronida sobre mim rebente.

 

(escutando um bater de asas que se aproxima)

 

Alguém vem. Quem? Do espaço sideral

vem me pegar no pé um imortal?

 

Coro de Oceânidas

 

Nós viemos, titã entristecido,

velozes desde a profundez do Mar

para mão piedosa te ofertar

nesse momento em que te vês fodido.

 

Relata-nos por que quis o Cronida

assim te ter, com a cabeça erguida,

braços em cruz e - ó cruel tirano!

com um falo metido pelo ano.

 

De um em um, igualmente nos atesta

os pormenores do cruel suplício.

O cuzinho de Juno tu fodeste?

Por acaso rompeste o orifício

ambrosino e sutil, por onde urina

a Palas Atenéia tão divina...?

 

Prometeu

 

Oh prole incontável de Pânfilo Zendejas!

Já que ouvis meu queixume benfazejas,

já que saís da profundez do Mar

para mão piedosa me ofertar,

por que delito eu quero lhes dizer

quis o Cronida a pica me tolher.

 

Os homens miseráveis pelo monte

vadiavam, à caça das mulheres,

mas o seu coito tinha os caracteres

que tem o coito de um iguanodonte.

 

Eu os vi habitar pelas cavernas

sem uma esteira em que estender as pernas,

sem almofada além da rocha dura.

Sabiam tão-somente uma postura

quando passavam a fazer amor...

 

Transpassado de dor

ensinei aos mortais industriosos

quarenta e seis maneiras de foder.

 

Sabiamente lhes fiz bem compreender

que nisso dos sucessos amorosos

chega-se ao non plus ultra do prazer

em certa posição pondo a mulher.

 

Por mim souberam que o sessenta e nove

às leis está sujeito do Clinâmen

porque eu lhes ensinei, agora move

os suaves quadris qualquer madame.

 

Minha lição coalhou-se por Urano

e foram fornicar mano com mana

e sentiram os deuses bem no ano

"uma sensual hiperestesia humana".

 

Tal é, doces deidades, minha falta;

tal é o delito de que se me acusa;

por ele querem converter-me a flauta

em uma inútil cafeteira russa.

 

Oceânida

 

Triste Titã, terei de proferir

que por falta de pau não terás míngua.

Concede que adiante, no porvir

do que vais precisar será da língua.

 

Prometeu

 

Se tivesse batido uma punheta

não sentiria a dor em meu canal

uretral que alfineta a espiroqueta...

 

(a Hermes que chega)

 

Mete na mãe! Mensageiro fatal!

 

Hermes (cantando)

 

Então, pareces ter-te arrependido...

 

Prometeu

 

Oh, Zeus, tirano fementido,

sei que vou padecer e me conformo...!

 

As Oceânidas (retirando-se)

 

Que odor tão espantoso de iodofórmio...!

 

Prometeu

 

(sob o bisturi de Hermes)

 

Não...!

 

Oceânidas (distantes)

 

          Que pauzão! Que pauzão!


 

OITO QUADROS SOBRE PROMETEU E A PARÓDIA 

 

Por um Prometeu sifilítico - Renato Leduc estava com 39 anos quando, em 1934, publicou Prometeo, também conhecido como Prometeo sifilítico, sua única e breve obra teatral, mas capaz de provocar algum tremor no México da época. Ele próprio considerava Prometeu uma de suas melhores obras. Entre as várias histórias e mitos que espalhou sobre si e a gênese do texto, há um fragmento de um artigo seu de 1976, em que se recorda do fascínio que alimentava pelos clássicos gregos: "El maestro Gómez Robelo me obsequió un exemplar de Les Deux Masques, la magistral obra sobre teatro griego de Paul de Saint Victor, inyectándome con ello un helenismo delirante más virulento que el del tribuno don Chucho Urueta. Me aprendí de memoria el Prometeo de Esquilo." Ainda nesse artigo, reporta-se a outro episódio que estaria na origem de seu pequeno drama. Um dos colegas de classe, Antonio Riquelme, que havia contraído gonorréia, estava lendo o Prometeo liberado, de José Vasconcelos, quando teria dito: "Prometeo liberado, ¿por qué no escriben estos cabrones un Prometeo gonorreico o un Prometeo sifilítico para ponerse a tono con la época?" Na verdade, o título correto da obra de Vasconcelos é Prometeo vencedor, com o qual o texto de Leduc não guarda maiores relações intertextuais, afora ser "en términos globales, una parodia de la solemnidad y grandilocuencia del llamado Maestro de la juventud de América" como esclarece Edith Negrín (introdução à Obra literária de Renato Leduc. México: FCE, 2000). Três anos depois, no prólogo que Leduc escreveu ao livro Prometeo, La Odisea, Euclidiana (Diana: México, 1979), que reúne, por assim dizer, seus trabalhos em diálogo com a tradição greco-romana clássica, afirma que Prometeu foi sua primeira obra e fornece outros dados importantes para cercarmos o imaginário em torno do poeta, da peça e de sua escrita: "Hasta el descubrimiento de las sulfas y la penicilina, la humanidad era azotada por el terrible flagelo de las enfermedades venerosifilíticas. Era consternante observar en la juventud coetánea de la mía las repugnantes huellas que dejaban tales enfermedades, que eran como la contrapartida de la voluptuosidad de esos actos que don Juan Ruiz, el Arcipreste, llamó objetiva y burdamente 'juntamiento con hembra placentera', que es como un regalo de los dioses... Para denunciar tan injusta sanción, ya no en un hombre, sino en un titán, escribí el Prometeo sifilítico, en los inicios de la década de los años veinte... Me impulsaron a esa tarea, en el estilo helenístico que usé, mi maestro el docto polígrafo licenciado don Ricardo Gómez Robelo, el historiador don José Valenzuela y mi condiscípulo Sam Rojas." De qualquer modo, Leduc publicou livros de poesia antes da peça e possivelmente a retocou ao longo dos anos, a crer que a teria escrito nos anos 1920, como registrou algumas vezes.

A língua solta - Como vários exemplos de sua obra poética ímpar, Prometeu é um virtuoso exercício cômico-satírico em que são ridicularizados desde modelos e jargões literários até padrões hipócritas de conduta. E empregando palavras tidas como de baixo calão, foi mais longe, rompendo os limites do que podia ser dito na literatura mexicana. Edmundo Valadés considera que se poderia determinar "que fue Renato Leduc el primero que en la literatura mexicana usó, rompiendo el freno gazmoño de la tradición de los puntos suspensivos, las palabras del habla coloquaial consideradas obscenas o groseras. Por años circuló, en versiones orales, su incandescente y desenfrenada paráfrasis del Prometeo, de una inenarrable audacia verbal y que es un repertorio del más detonante léxico, proscrito para las letras de molde." E Carlos Monsiváis se pergunta: "¿Qué papel juegan la 'grosería' o las 'malas palabras' en la poesia de Leduc? Uno fundamental: crear los anticuerpos que devasten a su odio predilecto: la cursilería. En los veinte y los treinta, cuando Renato escribe sus grandes provocaciones contra las buenas costumbres, las 'obscenidades' son, en efecto, irrupciones del mal en las casas decentes y del regocijo en los círculos de la hipocresía (casi todos)." É notável que esse processo não ocorreu apenas no México. Se pensarmos no Brasil, o teatro de Oswald de Andrade também cumpriria esse papel, e ainda modo mais radical, tendo em conta as inovações cênicas e a articulação dramática de planos sociais e individuais. Basta lembrar a abertura de O homem e o cavalo, com a descrição do cenário do primeiro quadro: um velho carrossel, um elevador inutilizado ao fundo e uma inscrição "DEUS-PÁTRIA-BORDEL-CABAÇO". 

Encaixotando Ésquilo - Leduc escreveu sua paródia tendo como referência precisamente o Prometeu acorrentado de Ésquilo, que sabia de cor, segundo disse. A peça grega lhe serviu de modelo para toda a estrutura, da referência a versos (iguais ou adulterados) ao enquadramento geral. Certamente deixou de lado outra fonte antiga, Hesíodo, por encontrar ali pouco material. Mas o texto de Ésquilo foi submetido a cortes brutais e decisivos. A redução, comparando o total de páginas das peças, é drástica. Do texto grego só resta a abertura e fragmentos, além do fecho e da ordem de aparição dos personagens. Mesmo alguns personagens desaparecem na paródia e por motivos talvez compreensíveis: a Violência (muda em Ésquilo), é dispensada por Leduc, que pressupõe um público culto. Mantido Crátilo (o Poder), deduz-se a coação de que ele é capaz. Oceano também está ausente, mas devidamente incorporado pela presença das Oceânidas. Apenas a supressão de Ío é mais complicada de ser entendida. É bem possível que a agilidade pretendida por Leduc, a natureza quase que de sketch de sua peça, o levasse a evitar o desdobramento do drama de seu herói no de Ío, seu oposto complementar, pois condenada a mover-se indefinidamente enquanto é perseguida por um moscardo que a molesta de forma terrível, tal como a águia a Prometeu.

O verdadeiro fogo - Uma paródia, uma imitação burlesca, um arremedo será tão mais eficaz quanto melhor operar com o efeito de distorção, deformação, redução ou exagero com respeito ao modelo, sem contudo deixar de manter com ele uma relação orgânica que, se for consistente, funcionará como lastro para seu esforço de verossimilhança. Dessa perspectiva, duas estratégias são possíveis: uma difração mínima que, por sua própria natureza, torne-se um ruído permanente em relação ao modelo; ou uma difração máxima, cujo perigo ou força é manter-se no limite de conexão com sua fonte. No caso de Leduc, não é apenas o fato de ter escolhido um texto canônico que torna sua obra cômico-satírica mais devastadora, mas principalmente a natureza da distorção intuída, uma idéia mínima e realmente hilária em seu despropósito e que o aproximaria do primeiro tipo de distorções paródicas: seu Prometeu, ao invés de trazer o fogo do conhecimento aos homens, oferta-lhes o fogo do sexo, ensinando-lhe a ars amandi mais completa possível, do trivial ao incomum. O que nos diferiria do resto dos animais não seria nossa capacidade de pensar, mas a variedade de nossas práticas sexuais e o prazer que temos com isso. Esse foi o verdadeiro bem que nos legou Prometeu. E tal como em Ésquilo, o herói de Leduc nunca se arrepende do que fez, amplificando assim o efeito irônico. Nessa avalanche de impropriedades apropriadas, não passa em branco a crítica nada velada da moral judaico-cristã no que diz respeito às relações sexuais entre homens e mulheres, já que não estão previstos os decoros e interditos usuais, mas uma liberação das práticas heterossexuais, que incorpora o sexo oral, o incesto e a sodomia, o que coincide com os limites da moral do próprio Leduc, que prevê para as mulheres o papel secundário de aprendizes e posturas físicas específicas para que se alcance o non plus ultra do prazer. Com efeito, a referência a Urano, no contexto em que ocorre no poema, não parece ampliar a gama da permissividade possível.

Enfim em Recabado - Uma comparação com a peça de Ésquilo permite ver mais da organização da paródia. Os dois primeiros versos de Leduc, ditos por Cratos a Prometeu, coincidem quase que integralmente com o texto grego e é nesse "quase" que está tudo: "Eis-nos chegados aos confins da terra, à longínqua região da Cítia, solitária e inacessível" (Prometeu acorrentado, na tradução de J. B. Mello e Souza). A única e decisiva diferença é que Cítia tornou-se Recabado, ou "el callejón de Recabado", como era conhecida uma rua de prostíbulos nos anos de 1920 na cidade do México, atualmente chamada Pensador Mexicano (por ironia involuntária, suponho), próxima ao Museo Franz Mayer. A própria palavra "recabado" (que significa "alcançado, obtido"), por outro lado, pode conduzir a outros efeitos cômicos e "libertinos", no caso, o prazer sexual satisfeito. Da macabra região da Cítia à "Tierra nutricia, asfalto de la calle", como se fala em outra passagem de Recabado, à urbanidade, ao convívio e ao sexo. Em oposição ao lugar inóspito do mito original e à solidão imposta ao herói, o movimentado inferninho das grandes cidades, donde o "confín" da paródia adquire sentido ainda mais cômico por paradoxo, já que Recabado é uma rua que se situa próxima ao centro da cidade. Por fim, a manutenção do tom solene e grandiloqüente é imperativa para que o efeito burlesco surja do deslocamento ou desvio súbito do registro original, em paralelo à introdução de valores naturalmente alheios ao texto grego, tanto estéticos quanto morais. Os demais versos da fala inicial de Cratos a Prometeu e Hefestos (Vulcano) são, também, um resumo distorcido da fala inicial de Cratos na peça de Ésquilo. Em vez de transmitir o fogo aos mortais, Prometeu na verdade é "padrote de putas miserables" e sofre de doenças venéreas. A fala seguinte, de Hefestos, também é um resumo da fala da peça original, da qual Leduc retém apenas o núcleo fundamental: a amizade de longa data entre Hefestos e Prometeu, na paródia suplementada pela proposição de que os dois viviam juntos uma vida desregrada de prazeres, e não heróica, como em Ésquilo. A partir desse ponto até o fim do primeiro ato, a paráfrase torna-se mais livre, ainda que mantenha com o texto parodiado enlaces diversos, por igualdade ou diferença. Nas duas peças, Hefestos abomina o trabalho que está obrigado a fazer e Cratos (o Poder) é impiedoso: "Tu serás sempre, ó Poder, destituído de piedade" (Ésquilo); "...quien sólo manda con duro aciento" (Leduc). Mas em oposição ao texto de Ésquilo, em que Cratos ameaça Hefestos com prováveis sofrimentos caso não cumpra as ordens de Zeus, na peça de Leduc é Hefestos quem externa seu temor de que Cratos contraia uma terrível doença venérea. Toda a lógica do modelo, portanto, se transforma. Em Ésquilo, a ameaça feita a Hefestos repõe a ordenação do poder de Zeus; em Leduc, é o mundo dos deuses que pode se desordenar com a proliferação das doenças sexualmente transmissíveis. Por fim, o encerramento da primeira cena em Ésquilo e do primeiro ato em Leduc voltam a correr paralelamente, ressalvado o deslocamento previsto: em Ésquilo, com Cratos incitando Prometeu a roubar as honras dos deuses para dá-las aos humanos que não vivem mais que um dia, tal sua efemeridade; em Leduc, com Cratos instigando Prometeu a ensinar aos homens mil prazeres sensuais. Em ambos, os humanos nada podem fazer por Prometeu: em Ésquilo, não podem minorar seu suplício; em Leduc, as "putas de lengua articulada, / nada pueden hacer, no pueden nada". Mas o efeito mais cômico, por absurdo, no contraste entre os dois encerramentos é que os humanos efêmeros de Ésquilo transformam-se, no texto de Leduc, nas "Efímeras" (efêmeros, insetos da ordem dos efemerópteros), a quem Prometeu deve ensinar a fazer o sessenta e nove.

Breve pedagogia da orgia - O início do segundo ato da peça de Leduc também segue de perto o princípio da segunda cena do texto de Ésquilo, em que Prometeu, sozinho, dirige-se aos elementos, invocando-os: "Ó divino éter! Ó sopro alado dos ventos! Regatos e rios, ondas inumeráveis, que agitais a superfície dos mares! Ó Terra, mãe de todos os viventes, e tu, ó Sol, cujos olhares aquecem a natureza! Eu vos invoco!..." Mas logo se acalma, consciente de que o futuro não lhe reserva segredos e nenhuma desgraça imprevista lhe pode ocorrer, pois tudo já está dado pelo destino. As quatro primeiras estrofes do texto de Leduc selecionam e desenvolvem de modo peculiar elementos contidos no fragmento acima e no que se segue em Ésquilo. Num ambiente urbano e embriagador, o sol foi transformado em twenty dollar coin, a mais valiosa das moedas americanas à época, encomendada por Roosevelt a Saint-Gaudens que, concordando com Roosevelt, fez uma moeda que pretendia evocar a beleza das moedas de alto relevo da Grécia e de Roma antigas. Após as invocações, afinal, também não há muito a temer, pois a terra nutritiva do asfalto e, sobretudo, o guarda da esquina da rua de prostituição são a própria expressão da ordem, da nova ordem, poderia ser dito, impedindo que Zeus possa fazer qualquer mal ao herói. Nenhum grande Destino, mas a liberdade da ação mundana. Ultrapassado esse intróito, as peças retomam o paralelismo, com a chegada do coro das Oceânidas. Os respectivos diálogos travados entre o herói e elas são naturalmente distintos, considerando o pressuposto adotado, além de terem extensão muito diversa: longa em Ésquilo, poucas páginas em Leduc. Mais ainda, a partir desse ponto, o texto de Ésquilo é abandonado, para só retornar no final, com a chegada de Hermes. Como já foi dito, não apenas Oceano, mas Ío foram cortados da peça de Leduc. O cerne do diálogo entre Prometeu e as Oceânidas são os desdobramentos distintos produzidos pela ação do herói: em Ésquilo, o que ele ensinou aos humanos, tirando-os das trevas e fazendo-os participar do fogo divino; em Leduc, a proliferação dos prazeres sexuais, numa verdadeira e breve pedagogia da orgia. Assim, ocasionalmente detalhes do texto de Ésquilo adquirem novo sentido no de Leduc. Em Ésquilo, os homens "não sabendo utilizar tijolos, nem madeira, habitavam como as próvidas formigas, cavernas escuras cavadas na terra." Em Leduc, o coito sobre a pedra dura das cavernas. Em Ésquilo, Prometeu saúda a chegada das Oceânidas invocando-as como "fecundas filhas de Tétis e do pai Oeano", no que o autor segue a tradição de seu tempo. Em Leduc, a referência é completamente diversa, sendo as Oceânidas consideradas filhas de Pânfilo Zendejas, o que demanda alguma tentativa de esclarecimento. Em primeiro lugar, Pânfilo não é alheio à peça de Ésquilo já que, mais à frente, está implícito na longa previsão de Prometeu a respeito do destino de Ío e de seus descendentes. Ele seria um dos quarenta e nove filhos do rei do Egito que foram assassinados por suas esposas na noite de núpcias, restando apenas um sobrevivente. De Pânfilo, portanto, não há descendência. A palavra "Pânfilo" significa "o que é todo amor", mas, em castelhano, possui ainda os sentidos de "alguém que se engana facilmente", "bobo", "tolo". Por outro lado, Zendejas parece ser um sobrenome comum no México. É possível que Leduc esteja se referindo a uma pessoa em particular, que não consegui descobrir. Ou talvez o segmento possa ser lido como modo de desqualificar o nascimento das Oceânidas, prole (note-se) "innumerable" de um "tolo", com um sobrenome sem valor. Ainda é preciso contrastar o encerramento das duas peças, com a chegada de Hermes. Em Ésquilo, Hermes tenta dobrar Prometeu, fazê-lo se curvar e dizer o que sabe, sugerindo sofrimentos terríveis; em Leduc, Hermes porta novos instrumentos: os deuses já não mandam os flagelos comuns, agora andam armados com os instrumentos da ciência. Mas mesmo essa intervenção cirúrgica não é garantia necessária da extirpação do "mal" e nem obstrui o gozo que corre paralelo à dor, com as Oceânidas ainda admirando o membro do herói na última palavra do ato final.

Acessórios - Outro vai-e-vem num texto tão lúbrico é o que pode ser notado entre referências a Ésquilo e à cultura clássica, por um lado, e a elementos da contemporaneidade, por outro, em nome da modernidade desmistificadora ou para efeitos do ridículo almejado. Alguns aspectos da cidade do México ou da cultura mexicana, além da rua de Recabado, estão presentes, mas o pano de fundo da peça não é o universo do nacional, não há esta perspectiva de encenação. O que se propõe é o moderno em contraste com o antigo, expresso na liberdade sexual (e da língua) em oposição à ignorância e ao pudor. Assim Hefestos espera que do membro de Cratos nunca escorra pasta de Pebeco, um dos primeiros dentifrícios comerciais da história, lançado no início do século pela empresa alemã Beiersdorf, a mesma do creme Nívea. Mas Cratos não corre esse perigo, pois mergulhou seu pênis nas águas do Pocito e o tornou invulnerável. Como se deduz, Cratos vivia bem, pois podia freqüentar o Pocito, que era um afluente do rio Quibú, situado em Marianao, Cuba, e que estava em alta no "turismo terapêutico" da época. Para lá iam as famílias cubanas ricas e visitantes internacionais atrás de suas águas, recomendadas para o tratamento do estômago, como também perseguindo os bailes e festas que ocorriam na temporada do verão. Mas - e este é outro diálogo enviesado previsto - Pocito remete a Cocito, um dos rios infernais da mitologia grega, mais precisamente o rio dos gemidos, onde mortos privados de sepultura tinham de vagar por cem anos antes de conhecer seu derradeiro destino. E se o éter de Leduc é sulfúrico, é também etílico, imerso em caudais de tequila Sauza, a mais famosa marca mexicana na época e ainda renomada produtora. Ou se as Oceânidas imaginam uma cena tórrida entre Prometeu e Palas Atenas, o apoio mítico é o fato de que Palas foi a única que era simpática a Prometeu e ficou de seu lado quando Zeus passou a persegui-lo. Com essas pequenas operações de deslocamentos, inversões ou suplementos, o texto percorre com desenvoltura o mito antigo para fazer a apologia da liberdade sexual contemporânea.

O gozo acima de tudo - Talvez a razão mais evidente ou profunda do texto de Renato Leduc para a defesa de uma experiência sexual liberta esteja em dois versos divertidos: "Por mí supieron que el sesenta y nueve / obedece a las leyes del Clynamen". Aqui não importa tanto mais uma ocorrência de incentivo do sexo oral, um tabu na época (e mesmo hoje), mas a menção de que ele obedece a uma lei, que governa paradoxalmente o dionisíaco: a lei do clinâmen, de Epicuro. Clinâmen ou declinação significa "inclinação", "pendor". Com essa noção, Epicuro pretendia compreender, no mundo humano, uma suposta realidade da natureza. A chamada "liberdade mecânica" dos átomos, analogicamente, era interpretada como a origem natural ou cosmológica da liberdade dos homens. A ordem é esse movimento aparentemente arbitrário das partes. Mas não se pode ignorar que a referência a Epicuro é também um desvio, pois a concepção do clinâmen nunca foi, nele, suporte para a propagação de algum tipo de liberação sexual. Aqui outra vez se efetua o jogo paródico, pois Epicuro tem que se dobrar e atender ao chamado do mais despudorado e terreno hedonismo.

 

SP, 30/31.12.2007

 

 

 

 

EUCLIDIANA

 

Por el vértice unidos, con ardor incidente,

sobre el rombo impasible de un tapete de Persia,

cuatro muslos albeantes, epilépticamente,

sufren raptos de fiebre y colapsos de inercia.

 

Cuatro senos que quieren devenir dos esferas

En el limite absurdo de un espasmo carnal;

y el isócrono ritmo de las cuatro caderas

engendrando los ejes de una blanda espiral...

 

Lasitud nacarada, la penumbra estiliza

dos mujeres yacentes: coordenada y abscisa

con los cuerpos formando pitagórica cruz.

 

Y en la suma inexacta de las hembras en celo

las pupilas resultan cuatro flechas de anhelo,

cuatro hipérbolas rubias saturadas de luz...

 

 

EUCLIDIANA

 

No vértice unidas, com ardor incidente,

no losango alheio de um tapete da Pérsia,

quatro coxas alvas, epileticamente,

sofrem raptos de febre e colapsos de inércia.

 

Quatro seios que querem ser duas esferas

no absurdo limiar de um espasmo carnal;

e o isócrono ritmo das quatro cadeiras

gerando os eixos de uma suave espiral...

 

Lassidão nacarada, a penumbra estiliza

duas damas deitadas: coordenada e abscissa

dos corpos a formar pitagórica cruz.

 

E na soma inexata das fêmeas no cio

são as pupilas quatro flechas de arrepio,

quatro hipérboles louras repletas de luz...

 

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Renato Leduc nasceu no México, em 1895, e dedicou-se, a partir de 1947, ao jornalismo até sua morte, em 1986. Sua produção literária é diversificada: escreveu poesia, prosa e ensaio. Publicou os seguintes livros de poesia: El aula, etc... (1929), Unos cuantos sonetos que su autor, Renato Leduc, tiene el gusto de dedicar a las amigas y amigos que adentro se verá (1932), Algunos poemas deliberadamente románticos y un prólogo en cierto modo innecesario (1933), Breve glosa ao libro de buen amor (1939), Desde París (1940-1942?), XV fabulitas de animales, niños y espantos (1957) e Catorce poemas burocráticos y un corrido reaccionario para solaz y esparcimiento de las clases económicamente débiles (1963). Escreveu também uma famosa peça de teatro, Prometeo (1934), mais conhecida como "Prometeu sifilítico", sendo um dos primeiros a usar palavras de baixo calão e obscenas na literatura mexicana. O texto provocou reações e polêmicas, passando a circular em edições clandestinas.

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